martes, 28 de febrero de 2012

Actualización. La cuestión Malvinas en el 30º Aniversario.

Cada ciudad, cada pueblo y cada corazón argentino deben ser un bastión para el reclamo de la recuperación de nuestros territorios usurpados
30ª ANIVERSARIO DE MALVINAS

Autor: Santiago Pacheco

“Muertos más no vencidos”
Calfucurá.

“Ninguna brutalidad maltrato o tortura me ha doblegado porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU, sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres.”
Carta escrita a su esposa e hijos por Patricio Lumumba pocos días antes de su asesinato.

En el año del trigésimo aniversario de la justa recuperación de nuestras Malvinas, el 2 de abril de 1982, asistimos a nuevas provocaciones y avances del imperialismo colonialista inglés en la parte de nuestro territorio usurpado: declaraciones de funcionarios británicos, aumento de la potencia bélica de la base colonialista ilegal en Malvinas, visita a nuestras islas de un miembro de la corona inglesa, continuación de la rapiña de nuestras riquezas, etc.
La usurpación de Malvinas es una amenaza inglesa, y de la OTAN, sobre nuestro territorio y el de toda Suramérica. La solidaridad latinoamericana no es abstracta. A Brasil, por ejemplo, le preocupa la presencia militar inglesa en el Atlántico Sur, próxima a sus reservas petroleras recientemente descubiertas. Argentina debe buscar la solidaridad latinoamericana y, a la vez, debe dar el ejemplo con respuestas firmes.  

Los discursos de Cristina Kirchner.
El 2 de Abril del 2011 Cristina Kirchner había cambiado su discurso sobre Malvinas calificando su recuperación como un “hecho patriótico”. Ya no fue más “una cobarde agresión”, como había dicho Néstor Kirchner al diario inglés The Guardian. Desde ese 2 de abril pasado, el gobierno produjo hechos diplomáticos positivos con consecuencias económicas, como fue el acuerdo de los países del Mercosur (y otros de América Latina), de no permitir el amarre de barcos con la bandera kelper. Sin embargo, en un nuevo cambio, en su discurso del 25-01-2012, Cristina Kirchner volvió a referirse a la Guerra de Malvinas como “hechos que fueron protagonizados por la dictadura”, “una guerra suicida para chicos que no estaban preparados”. “Tranquilizó” a las empresas inglesas existentes en la Argentina, y levantó como ejemplo que, en los 8 años de gobierno kirchnerista, capitales ingleses “compraron” 18 empresas argentinas. Además, se comprometió a que Argentina nunca recurrirá a la recuperación militar de su territorio colonizado.
En el discurso de Cristina Kirchner del 7 de febrero de 2012, se expresa el carácter colonial de la ocupación inglesa de nuestras Malvinas. Dicho carácter colonial fue reconocido por el propio usurpador inglés (Respuesta inglesa al requerimiento de la Resolución 1514/60 de la ONU) que, no obstante, intenta transformar dicha ocupación de una parte de nuestro territorio en un derecho a la autodeterminación de los kelpers para crear artificialmente -si la situación se le presentara favorable para ese objetivo-, un país satélite inglés. Una respuesta imprescindible es presentar el caso no sólo en el Comité de Descolonización de la ONU sino en la Asamblea General para su votación como se hizo hasta 1989, exitosamente.
Cristina Kirchner sostuvo que se están depredando nuestros recursos naturales, pesca y petróleo, sin ningún tipo de control ambiental. Nuestra independencia completa sólo se logrará con nuestra integración territorial completa que incluye el pleno usufructo argentino de nuestras riquezas. Es correcta la denuncia de la rapiña colonialista imperialista de los recursos naturales de nuestros pueblos. Todo lo anterior hace que la Causa Malvinas sea una trinchera de la lucha de los pueblos, países y naciones oprimidas contra el colonialismo y la opresión de las potencias imperiales.
Cristina Kirchner, el 7 de febrero, ha manifestado que la Cuestión Malvinas es también una causa regional y global porque el Reino Unido de Gran Bretaña está militarizando el Atlántico Sur.

La militarización del área.
La militarización del área se consolidó con el establecimiento de la base militar de Mount Pleasant luego de la Batalla por Malvinas, siendo ésta la mayor base militar extranjera en Suramérica. Esta circunstancia ha sido subestimada por los sucesivos gobiernos argentinos a tal punto que, con autorización de la Dra. Nilda Garré, durante su gestión en el Ministerio de Defensa, el magnate y terrateniente inglés Joseph Lewis, estableció un aeropuerto del tamaño del Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires a la altura del paralelo 42 en el que, en sólo dos horas, podrían aterrizar aviones de gran porte como los que utiliza la OTAN, desde la base inglesa en nuestras Malvinas, y cortar el territorio continental en dos. Dicha militarización se ha incrementado mediante la modernización del armamento aéreo, naval y terrestre de parte del usurpador británico. Ese incremento de la militarización es demostrativo del despliegue por parte del Reino Unido, de un dispositivo estratégico de control de la confluencia Atlántico-Pacífico. Malvinas tiene para las distintas potencias un carácter estratégico militar fundamental, que está presente en la actualidad y también lo estaba en 1982, lo que fue gravemente subestimado por quienes creyeron entonces que EE.UU. podría apoyar a Argentina.
El “Documento Santa Fe IV”, de los equipos asesores de Bush padre e hijo, revaloriza el pasaje interoceánico entre el cono sur argentino y chileno y el Sector Antártico argentino y chileno, ante la obsolescencia del Canal de Panamá. Esto es así porque el Canal de Panamá es chico para los superpetroleros y supercargueros y grandes buques de guerra. Las ampliaciones previstas del Canal de Panamá contemplan crear vías más anchas pero esto no basta. Además su estructura es vulnerable ante un ataque que lo inutilizaría rápidamente. Por esto las potencias de la OTAN y sus rivales revalorizan el Atlántico Sur y las Malvinas como base para su control, lo que se ha acentuado con la agudización de las contradicciones interimperialistas que provoca la crisis mundial. Todo esto es un peligro para nuestra integridad territorial y nuestra existencia como país.
Esta militarización se ve incrementada por el proyecto de construcción de un aeropuerto en la Isla Santa Helena para abastecer Malvinas y la revitalización de la Isla Ascensión.
Diego García, Ascensión, Santa Helena y Malvinas son eslabones del dispositivo estratégico militar del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de su integración en la Alianza militar de la OTAN. Las crisis económicas de la envergadura de la que vivimos siempre reactivan los preparativos y peligros de guerra y eso debe ser tenido en cuenta porque en esas circunstancias nuestro país puede ser terreno de disputa interimperialista y campo de batalla consecuente, que puede hacer a los argentinos y sus territorios, victimas de dichas agresiones y disputas.
Respecto a la indicada militarización del área Atlántico Sur, es preciso recalcar que nos oponemos a toda militarización de cualquiera de las potencias imperialistas. La oposición a la militarización de las potencias imperialistas es una causa de los pueblos, países y naciones oprimidas que la sufren. Sin embargo, la denuncia de la militarización colonialista imperialista no significa que debamos abandonar los planes necesarios de Defensa Nacional, fundamentales para proteger nuestra soberanía de toda agresión imperial colonialista, mientras esta exista como hipótesis de conflicto.
Lo expresado en los puntos anteriores tiene efectos prácticos. Si la lucha contra la militarización imperialista no se toma como un derecho de los países oprimidos (y se lo “globaliza” incluyendo a los opresores, a los que sólo les preocupa la militarización de sus rivales) el resultado es:
a.                   Que las Fuerzas Armadas se transformen en una Guardia Nacional interna (como impulsa el gobierno nacional para Gendarmería y Prefectura retirándolas de sus funciones de fuerzas de frontera) retrotrayéndonos a la Teoría de la Seguridad Interior para la cual el enemigo se manifiesta en todo reclamo popular y patriótico, reclamo que es tomado como efectiva hipótesis de conflicto, dejando la defensa nacional en manos de potencias extranjeras y convirtiéndonos en un verdadero “protectorado” con independencia formal o parcial, de los cuales hay ejemplos en el mundo. La “Ley antiterrorista” impulsada por la presidenta a pedido de EE.UU., el Reino Unido y otras potencias imperialistas a través del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), y votada a libro cerrado por sus Diputados y Senadores, y el asunto del Proyecto X son una clara e indudable muestra de esto que definimos líneas arriba.
b.                  La intención manifestada por la presidenta de someter al Consejo de Seguridad de la ONU la denuncia de dicha militarización. El Consejo de Seguridad está integrado y controlado por las cinco potencias con derecho a veto: EE.UU., China, Rusia, Francia e Inglaterra. Esta última, precisamente, es la potencia agresora que usurpa nuestras Malvinas. Expresa, acertadamente, Juan Gabriel Tokatlian en La Nación del 09-02-2012: La mayoría de los países evita llevar su caso (una crisis interna derivada de un conflicto armado, una disputa territorial, una pugna ideológica con una superpotencia, una amenaza derivada de fenómenos como el narcotráfico) al Consejo pues es sabido que una vez se introduce un caso, el país afectado pierde control sobre los acontecimientos y se impone la dinámica del juego estratégico de las cinco naciones con poder de veto”.

Repudio presidencial a la Recuperación del 2 de abril de 1982.
Una de las manifestaciones más graves del discurso del 07-02-2012, con la cual discrepamos totalmente, es su repudio a la reconquista patriótica de las Islas Malvinas de manos del usurpador británico el 2 de abril de 1982, por considerarla una medida dictatorial más.
Reafirmando su discurso del 25 de enero, al que nos referimos más arriba, fue más allá cuando comparó el casi unánime apoyo popular nacional –y debe destacarse latinoamericano- a la causa y la guerra de recuperación de Malvinas, con la manifestación convocada, entre otros, por el locutor deportivo José María Muñoz y la propia Dictadura con la consigna “somos derechos y humanos”, para desviar una gran manifestación popular (producto de que el seleccionado juvenil de futbol Sub-20 había obtenido el título mundial en Tokio, Japón) para llevarla contra la denuncia de la violación de los derechos humanos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que visitaba el país. Denota aquí, la presidenta, una profunda incomprensión y desprecio por los sentimientos antiimperialistas y anticolonialistas de los pueblos latinoamericanos que supieron rápidamente comprender los cambios en la situación.
Dice la presidenta, “El plan original era… izar el pabellón nacional, tomar y luego retirarse, pero precisamente hechos que se produjeron en la sociedad y fundamentalmente (…) los medios de comunicación que convirtieron enseguida como causa masiva esto y con la frase, que muchos de ustedes recordaran de: “ya ganamos” vio o nació en la dictadura la idea de que podía ser entonces una cuestión para quedarse in eternum”. Esto es subestimar a los pueblos argentino y latinoamericanos. Fue, precisamente, esa movilización lo que cambió el sentido de la guerra.
Ese camino de razonamiento la llevará a Cristina Kirchner, si persiste en él, a agradecer a Margaret Thatcher y Ronald Reagan el retorno al sistema constitucional de elecciones periódicas y promesas incumplidas que impera hoy en la Argentina. Ese razonamiento de Cristina Kirchner libera a los imperialismos de su responsabilidad en la existencia de la Dictadura instaurada el 24 de marzo de 1976, ya que la Dictadura no fue obra de cuatro malvados sino el resultado de una confluencia cívico-militar promovida y apañada por todas las potencias imperialistas, en especial las dos superpotencias entonces existentes, EE.UU. y la URSS.
No hay dudas de que la dictadura genocida “pensó” la recuperación de Malvinas como un manotazo de ahogado, después del crecimiento de la lucha popular y democrática, golpeada por la crisis económica y por el fracaso del intento de la guerra contra Chile por el Beagle. Pero tanto la dictadura como la Thatcher, fueron sorprendidos por la gigantesca movilización popular, el impresionante apoyo latinoamericano y del entonces Tercer Mundo, y el heroísmo de civiles, soldados, suboficiales y oficiales patriotas, que colocaron al borde del fracaso a la fuerza inglesa recolonizadora, como lo reconoció su propio jefe. Fueron estos hechos los que le dieron el carácter nacional a la Recuperación y la Guerra de Malvinas.

Malvinización desmalvinizadora
Cristina Kirchner dice estar contra la desmalvinización. Pero la desmalvinización tiene como objetivo censurar y hacer olvidar la decisión de Argentina, de recuperar para su soberanía, de manos del colonialismo británico, las Islas Malvinas usurpadas en 1833. La desmalvinización repudia y castiga a quienes combatieron contra el colonialismo inglés, y a quienes los apoyaron aquí y en el mundo, por romper los principios impuestos por las potencias dominantes y se atrevieron a enfrentar el orden imperialista establecido, lo que se produjo por encima de la desastrosa conducción de la guerra por la dictadura y en las difíciles condiciones de represión fascista impuestas por ésta. La desmalvinización es una política de Estado que se compromete a no afectar y proteger los intereses británicos. Y esta política continúa.
La presidenta pone como objetivo excluyente reabrir el diálogo. Es justo plantear reabrir el diálogo. Hay temores en sectores populares sobre la posibilidad de una guerra. No se olvidan que en medio de una crisis (más leve que la actual), el imperialismo inglés en decadencia (menos que ahora), supo encontrar a alguien como Margaret Thatcher para desencadenar la guerra de la segunda usurpación de Malvinas. La cuestión es, entonces, qué y cómo se discute.
Respecto a la renuncia a acciones de fuerza, es una decisión que les abarata a los ingleses los costos de la explotación petrolera en Malvinas. China cuando era socialista, en épocas de Mao, nunca desencadenó guerras para recuperar Hong Kong, pero tampoco renunció a usar la fuerza, lo que forzaba a los ingleses a grandes gastos de defensa de esos territorios.
No se puede repetir un diálogo que le de tiempo al colonialismo inglés para consolidar su usurpación.

La situación exige firmes respuestas concretas que el gobierno no realiza.
Su línea, aparentemente zigzagueante, tiene un factor común: la persistencia de los Acuerdos de Madrid de octubre de 1989 y febrero de 1990 y el llamado “Tratado de Londres”, que es Ley de Garantía de Inversiones británicas, que establecen nuestra indefensión nacional, y aseguran a Inglaterra una usurpación tranquila de nuestros territorios y, simultáneamente, la intangibilidad y permanencia de sus negocios e intereses en la Argentina continental. Tanto es así que la Ley 26.659, promovida por el Diputado Pino Solanas, aprobada por unanimidad por ambas cámaras y publicada en el Boletín Oficial el 13-04-2011, sigue sin reglamentar y poner en vigencia. No es extraño: esta ley plantea que todas las empresas nacionales o extranjeras que estén ligadas, de una u otra manera, con el grupo de empresas que esté explotando petróleo en el área de Malvinas, pierden su licencia de producción o explotación en la Argentina, y sus bienes pasan al Estado nacional.
Para seguir analizando la Cuestión Malvinas, conviene reafirmar algunos elementos.

¿En que mundo vivimos?
Vivimos en un mundo en el que un puñado de países imperialistas oprime a pueblos, países y naciones de los cuales somos parte. Y con la crisis económica internacional y la creciente disputa entre potencias imperialistas y, sobre todo, con la lucha creciente de los pueblos, países y naciones por su independencia y liberación se crean condiciones favorables para enfrentar las manifestaciones colonialistas.
Es necesaria una enérgica política de rechazo del colonialismo, con las acciones a nuestro alcance.
La Argentina es un país dependiente, oprimido por el imperialismo, en el que predominan relaciones capitalistas de producción. Es disputado por varias potencias imperialistas y tiene una parte de su territorio insular y su espacio marítimo ocupado por el imperialismo inglés.
Es más, las relaciones capitalistas de producción son trabadas y deformadas históricamente por la dominación imperialista y el mantenimiento del latifundio de origen precapitalista en el campo, por lo que sobreviven resabios semifeudales en zonas del país. La opresión imperialista y terrateniente constituyen los principales pilares que sostienen la estructura de atraso y dependencia que hoy padecemos.
En el mundo actual, no existe “igualdad entre las naciones”. La aparición del imperialismo como última fase del capitalismo, teorizada por Lenin, determina esta situación.
Aquellos que imaginaron una Argentina del primer mundo vuelven desilusionados de sus ensueños. ¡Vaya si hay tareas democráticas y populares, antiimperialistas y patrióticas que cumplir!. La lucha anticolonial y la recuperación de Malvinas es una de ellas.
Es necesario, entonces, recalcar que Argentina es también una nación agredida por Inglaterra, que hoy, junto a EE.UU. y otras potencias, también agrede a Afganistán e Irak, ha intervenido en Libia y amenaza la integridad e independencia de muchas otras naciones.
Colonialismo significa el sometimiento político de países o parte de ellos (como en el caso de Malvinas e Islas del Atlántico Sur) por una potencia colonialista. La política colonial existía antes del capitalismo. Pero esta política se incrementó y tomó características esencialmente diferentes en la fase imperialista del capitalismo. (3)
Gran Bretaña, en el Siglo XVII, lanzó una campaña colonialista que le permitió conformar un vasto Imperio. La ocupación colonial de nuestras Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur fueron expresiones de esa política. La profundización de esa política colonialista desde fines del siglo XIX hasta actualidad, frenada sólo por la lucha de pueblos, países y naciones oprimidas, es parte del imperialismo en su definición leninista, caracterizado como época de “los monopolios, la oligarquía, la tendencia a la dominación en vez de la tendencia a la libertad, la explotación de un número cada vez mayor de naciones pequeñas o débiles por un puñado de naciones riquísimas o muy fuertes: todo esto ha originado los rasgos distintivos del imperialismo que obligan a caracterizarlo como capitalismo parasitario o en estado de descomposición”(3).
El Reino Unido mantiene el ejercicio efectivo de la soberanía en parte de nuestros territorios y mares, consolidado luego de la derrota militar en la Batalla de Malvinas por las gravísimas concesiones que el gobierno de Menem y las gestiones de sus ministros de Relaciones Exteriores, Cavallo y Di Tella, hicieron mediante los llamados “Acuerdos de Madrid”, de octubre de 1989 y febrero de 1990,
Cabe tener en cuenta que la mayoría de los documentos no han pasado por el Congreso de la Nación y no tienen su aprobación, por lo que en realidad no son Tratados, aunque los distintos gobiernos argentinos los cumplen como si lo fueran.
La casi totalidad de estos instrumentos jurídicos se hallan plenamente vigentes, evidenciando una continuidad esencial con las políticas de la llamada década del ’90, en lo que respecta a la “Cuestión Malvinas”. En la Asamblea General de las Naciones Unidas del año 2011, Cristina Kirchner se refirió a la revisión del Acuerdo que permite los viajes a Malvinas por la empresa LAN Chile, revisión a la que aún no procedió el Estado argentino.

Malvinas es una causa justa
Se trata del reclamo argentino por una parte de su territorio ocupado por una potencia imperialista, Inglaterra. Obviaremos, por su extensión, el detalle de los derechos históricos y geográficos que asisten a Argentina. Nos remitiremos sólo a las Resoluciones de las Naciones Unidas que demuestran la aceptación inglesa del carácter colonial de la ocupación.
Como era de prever en 1945, las grandes potencias colonialistas no estaban dispuestas a entregar sus colonias. La Conferencia de San Francisco de 1945 estableció pautas referidas a la situación de aquellos “territorios no autónomos” bajo dependencia de las potencias imperialistas. Surgieron, entonces, las normas contenidas en el Capítulo XI de la Carta de la ONU bajo el título de Declaración sobre Territorios no Autónomos. En observancia del artículo 73 e), Gran Bretaña incluyó, en 1946, a las Islas Malvinas dentro de los Territorios no autónomos.
En 1946 Gran Bretaña comenzó a enviar a la ONU, a título informativo, datos sobre las condiciones económicas, sociales y educativas de Malvinas, tal como exigía lo establecido en el artículo 73 de las normas indicadas y Argentina hizo conocer a la ONU, como ya lo había hecho en el pasado, su reserva de soberanía sobre el territorio. Anualmente la Argentina, a través de las Asambleas Generales recordó sus derechos sobre las Islas dejando constancia de que la información que proporcionaba el Reino Unido con relación a las Islas Malvinas en nada afectaban la soberanía argentina sobre dicho territorio y de que la ocupación que detenta el Reino Unido es en virtud de un acto de fuerza, jamás aceptado por el gobierno argentino.
En 1960 se aprobó la Resolución 1514, denominada "Declaración sobre la concesión de independencia a los países y pueblos coloniales". El propósito de esta declaración fue poner fin al colonialismo en todas partes y en todas sus formas. Para cumplir con este propósito, en 1961, en la XVI Asamblea General de las Naciones Unidas se crea un Comité especial de 17 miembros para el estudio del problema de descolonización que en 1962 se ampliaría a 24 miembros, añadiendo también 3 subcomités.
A partir de la esta declaración, la ONU pidió a los Estados Miembros que indicaran las posesiones coloniales que estaban dispuestos a descolonizar. Gran Bretaña, al efectuar la presentación pertinente, incluyó, por propia determinación, en una lista de 43 territorios que se obligaba a descolonizar, las Islas Malvinas. Este hecho significó:
1- Que el gobierno Inglés no considera a las Islas Malvinas como parte integrante del Reino Unido, sino como una colonia.
2- Que se obligó ante las Naciones Unidas a descolonizarlas.
Es decir, la lucha por nuestra soberanía en Malvinas es parte de la lucha contra el crimen del colonialismo. Crimen de lesa humanidad. Fueron los mismos británicos quienes introdujeron a Malvinas en la Resolución, aceptando la situación colonial de la que eran responsables.
Para entender esto se debe tener en cuenta que entre los años 1950 y 1960 habían irrumpido en la ONU los países del mundo recientemente independizados como resultado de una enorme lucha anticolonialista de sus pueblos. Inglaterra tenía que ajustarse, en sus colonias, a esta nueva situación en el orden mundial. Para eso empezó a trabajar el plan de la autodeterminación de las mismas, como una forma de que algo cambie para que no cambie nada. De allí el intento de los ingleses de fabricar un “Estado asociado” a la Comunidad Británica; un Estado supuestamente “independiente” que enmascare la situación de colonia. Pero la población británica en Malvinas no es un pueblo originario sino una población insertada, trasplantada: los kelpers son instrumento de la usurpación y, como la propia ONU sostiene, no les asiste el derecho a la autodeterminación.
Los ingleses siempre tratan de incluir a los kelpers para decir que hay que reconocer el deseo de estos de pertenecer al Reino Unido o declararse independientes dentro de la Comunidad Británica de Naciones. Por eso todo reconocimiento a los derechos kelpers favorece ese proyecto.
En 1965 la Resolución No 2065 de la ONU insta a las dos partes, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Argentina, a negociar. No menciona a los kelpers. Reconoce que hay sólo dos partes.
En 1967 (tratando de manipular la Resolución No 1514 de 1960) y como muestra de lo descripto, los ingleses intentaron hacer en Gibraltar un referéndum para que la población de esa colonia dijera si quería seguir siendo británica o declararse independiente. Este intento fue bloqueado en la ONU, y los españoles se opusieron firmemente.
La ONU rechazó el acto inglés en Gibraltar por considerar que la población del Peñón no era originaria del lugar. Es decir quedaron delineadas dos situaciones:
a) la de los países sometidos a la situación de colonias con derecho a la autodeterminación, y
b) la de los países a los cuales se les cercenó una parte de su territorio, y se lo convirtió en colonia, caso en el cual lo preponderante es la restitución de la integridad nacional.
Esta resolución es muy importante porque la similitud del caso Gibraltar con el de las Malvinas es clara. Y es de destacar que, recientemente, España reiteró que la población del Peñón no es parte del debate por la devolución del mismo por Inglaterra. La misma argumentación que sostiene Argentina respecto a los kelpers.
La ocupación colonial de Malvinas es un caso paradigmático del segundo caso: un país (Argentina) al que se le cercenó una parte de su territorio por medio de una ocupación colonial. Este cercenamiento sólo puede resolverse por la restitución de la integridad territorial argentina, devolviendo los territorios ocupados. La independencia kelper y su constitución en Estado Asociado a la Comunidad Británica de la Naciones, no es justicia. Es mantener el cercenamiento territorial, bajo otras formas.
La Resolución No 2065 de la ONU mencionada dice “respetando los intereses de los habitantes de las Malvinas”. Dice intereses, lo que significa que hay que respetar su situación económica, pero no su voluntad de soberanía para constituir un Estado Independiente Asociado a la Comunidad Británica de las Naciones.
Pero ¿cómo interpretan los británicos la palabra intereses?. Los intereses, dicen, son materiales y morales, entre los morales están los deseos, entre los deseos la decisión de si van a ser independientes o no. Entonces, introducen a los kelpers en la discusión, en pie de igualdad con la Argentina, como tercera parte.
Hubo largos años de negociaciones sin ningún resultado. Ocho años después de la Resolución No 2065, la ONU indicó (Resolución No 3160) estar “gravemente preocupada” porque las negociaciones no progresaban, reconociendo “los continuos esfuerzos del gobierno argentino para facilitar el proceso de descolonización y promover el bienestar de la población de las islas”.
Inglaterra, vuelve permanentemente a su táctica descripta para no cesar con la ocupación colonial. Una prueba de ello son las recientes declaraciones del Primer Ministro Británico David Cameron: “dado que las Falklands (Malvinas) mantienen su interés en permanecer como un territorio soberano británico, deben permanecer de esa manera, y no hay nada más que decir al respecto”. El mismo sentido tienen las declaraciones que acusan de “colonialismo” a Argentina “por no respetar el derecho kelper a su autodeterminación”.
Como se ve son declaraciones expresas de continuación de la ocupación colonial por parte de Inglaterra. Debe recordarse entonces, la Resolución de la  ONU No 2621 (XXV) del 12 de octubre de 1970 que dice que la continuidad del colonialismo en todas sus formas es un crimen que viola la Carta de las Naciones Unidas, la declaración sobre la concesión de la independencia a los pueblos coloniales y los principios del derecho internacional (Anexo II/6). Esta caracterización de la ocupación colonial es absolutamente válida y aplicable a la segunda usurpación colonial británica surgida de su guerra de agresión contra la Argentina en 1982.
La lucha argentina por recuperar los territorios usurpados es parte de la trinchera mundial anticolonialista. Todo patriota, todo demócrata, todo luchador de la causa de los pueblos debe apoyarla y ser parte de ella.

La guerra de Malvinas fue una guerra justa.
Lenin sostiene que hay guerras justas e injustas. Dice: “Si, por ejemplo, mañana Marruecos declarase la guerra a Francia, la India a Inglaterra, Persia o China a Rusia, etc. esas guerras serían ‘justas’, ‘defensivas’, independientemente de quien atacara primero, y todo socialista simpatizaría con la victoria de los Estados oprimidos, dependientes, menoscabados en sus derechos, sobre las grandes potencias opresoras, esclavistas y expoliadoras” (4).
 La guerra entre Paraguay y Bolivia, en 1932, entre dos países oprimidos, fue una guerra injusta para dirimir una disputa entre la Shell y la Esso, entre ingleses y yanquis. La Primera Guerra Mundial, entre países imperialistas, era una guerra injusta. La guerra de cualquier país oprimido contra un país opresor, independientemente de quien la inicie, de quienes sean los gobernantes del país oprimido y del opresor e, inclusive, del motivo o la causa por la cual pelea el país oprimido, es una guerra justa. La cuestión fundamental para definir el carácter de la guerra no es quién la empieza, ni quien la conduzca. Por eso la guerra por la Recuperación de nuestros Territorios ocupados por Inglaterra es justa, así como hoy es justa la guerra contra la ocupación Yanqui en Irak y Afganistán, independientemente de los juicios de valor que puedan hacerse respecto a Sadam Husein o los Talibanes.
La guerra de Malvinas fue una guerra justa para la Nación Argentina, y fue, al mismo tiempo, una guerra injusta para el imperialismo inglés. Discrepamos con recientes declaraciones de la presidenta, en la caracterización de esa guerra.

Malvinas es un derecho inclaudicable.
La Causa de Malvinas e Islas del Atlántico Sur es inclaudicable. No sólo por los argumentos anteriores, por los derechos que nos asisten, por las riquezas que nos rapiñan y porque hay una cláusula constitucional que lo establece.
Es inclaudicable porque es un peligro para una Argentina Independiente que las Malvinas continúen en poder del imperialismo inglés o de cualquier otra potencia imperialista o combinación entre ellas.
Porque esas Malvinas, artilladas por el enemigo como la mayor base militar extranjera en Latinoamérica, son una fuente permanente de agresiones contra una Argentina soberana. Un portaaviones gigante contra todo cambio favorable a la clase obrera y el pueblo argentino. La importancia de estos centros de agresión al servicio del imperialismo se incrementa con la teoría sustentada por el imperialismo norteamericano en ocasión de la agresión a Irak y Afganistán, por la cual ciertos países tienen derecho a intervenir preventivamente por encima de los derechos de soberanía territorial. Teoría que, dicho sea de paso, recuerda a la teoría de “soberanía limitada” de Breznev en la URSS socialimperialista, o las de Hitler y su derecho al “espacio vital”.
Es causa inclaudicable porque Malvinas, junto a la isla de Ascensión y la Diego García en el Índico, son un trípode de control militar de la confluencia Indico-Atlántico y Atlántico-Pacífico, vías de comunicación necesarias para la relación con nuestros principales aliados en un camino revolucionario para Argentina: los pueblos con ansias de independencia y de su liberación social. El Atlántico Sur debe ser un lago al servicio de los intereses de los países oprimidos.
En 1982 Malvinas era una pieza estratégica clave para el control del Atlántico Sur. Para el imperialismo estadounidense y para las potencias imperialistas europeas significaba el control de una ruta vital del petróleo y minerales estratégicos. Para la superpotencia rival, el socialimperialismo soviético, significaba que con el control de esa ruta podría subordinar a Europa (findlandizarla, se decía) y así tener mejores cartas de triunfo en su enfrentamiento con la superpotencia yanqui.
¿Es hoy menor su importancia estratégica?. Es la misma por razones que hemos aclarado más arriba, respecto a su papel en el control de la confluencia Atlántico-Pacifica. Y eso reafirma su carácter de derecho inclaudicable.
Malvinas es causa inclaudicable, además, porque si el Imperialismo inglés se extiende cada vez más, como se demuestra con su exigencia de derechos sobre las 350 millas, con las que pretende considerarse “Estado ribereño”. Reconocer ese Status, significa lisa y llanamente, aceptar pasivamente que Argentina limita con Inglaterra, con las consecuencias previsibles de tener un vecino que ha demostrado en la historia una singular voracidad imperialista.
Además, Malvinas es la base del reclamo antártico de Gran Bretaña, cuyas aspiraciones abarcan el Sector Antártico Argentino, parte del chileno y del que le corresponde a países africanos. La Antártida es el único continente sin repartir, con enormes riquezas. Llegar a acuerdos con Chile y Latinoamérica, y con Sudáfrica, será clave para sostener nuestros derechos en un futuro no demasiado lejano.

¿La recuperación de Malvinas perjudicó negociaciones favorables?
Distintos analistas sostienen que la Recuperación de las Malvinas el 2 de abril de 1982 fue contraproducente puesto que bloqueó negociaciones fructíferas.
Se repiten argumentaciones intentando fundamentar que las negociaciones de soberanía avanzaban por mecanismos diplomáticos y que tales avances fueron frustrados por la recuperación del 2 de abril. Esto no es cierto.
En realidad había, y hay, un permanente estancamiento de las mismas. Y este estancamiento no significa que los ingleses no avanzan más allá de lo logrado, sino, todo lo contrario, Inglaterra avanza en su ocupación colonial, la explotación de nuestras riquezas, la ampliación de las zonas controladas y el fortalecimiento militar de las mismas.
El Dr. Adolfo Silenzi de Stagni, patriota y demócrata, eminente defensor de nuestro petróleo y opositor a la Dictadura, detalla en su libro “Malvinas y Petróleo” el aprovechamiento por parte de los ingleses de la dilatación hasta el infinito de las negociaciones, desde mucho antes del 2 de abril de 1982. (5)
En esas negociaciones se pone de manifiesto la intención inglesa de limitar las discusiones al tema económico, relegando la cuestión del reconocimiento de la soberanía argentina, lo que le permitía y permite avanzar en la explotación de la zona y consolidar su ocupación colonial, llegando en el presente a avanzar sobre nuestra Plataforma Continental y a poner en peligro la integridad de la parte continental argentina.
La separación de la cuestión económica de la discusión de soberanía es de vieja data. Como resultado de la Segunda Reunión de Negociaciones en Nueva York del 13 al 15 de diciembre de 1977, la delegación argentina y la británica “convinieron en establecer dos grupos de trabajo paralelos, de carácter oficial, para los temas de las relaciones políticas, incluyendo la soberanía, y de la cooperación económica...”. Con lo cual los ingleses incluyeron el tema económico, siendo la inserción del tema soberanía una excusa para lograr la preponderancia del primero.
En la sesión de la Cámara de los Comunes del 2 de febrero de 1977, el secretario de Estado británico para Asuntos Exteriores, Anthony Crosland, dijo: “...Para un mayor desarrollo de la economía de las islas, especialmente en aquél relacionado con los recursos del mar, la cooperación con la Argentina -y aún la participación- debe asegurarse dentro de lo posible. Por tales causas, el gobierno ha decidido que llegó el momento de conversar, tanto con los isleños, como con el gobierno argentino sobre si existe un amplio campo de posibilidades referentes al futuro de las islas y a la eventual cooperación entre Gran Bretaña y la Argentina en la región del Atlántico Sudoccidental. Debo poner ciertas cosas absolutamente en claro. (…) en esta clase de discusión surgirán inevitablemente cuestiones fundamentales sobre las relaciones entre las islas, Gran Bretaña y la Argentina, las que tendrán lugar bajo el paraguas de nuestra soberanía; esto es, el gobierno de Su Majestad mantendrá totalmente su posición respecto de la soberanía, que por ninguna causa podrá ser afectada.” (el subrayado es del autor: SP). Como se ve, “el paraguas de soberanía” es un invento inglés.
El cuidado inglés por consolidar sus posiciones económicas es, también, de vieja data. Pocos meses después de la batalla de Ayacucho, y antes de la de Tumusla, (con las que terminó el dominio colonial español en América) se firmó el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y las Provincias Unidas (2 de febrero de 1825) que en su artículo XI establece que en caso de rompimiento entre Gran Bretaña y la Argentina, los comerciantes ingleses tendrán el privilegio de continuar en su tráfico y sus propiedades no estarán sujetas a embargo, ni a secuestro, ni a ninguna exacción. La Argentina renunció a tomar represalias económicas contra intereses económicos británicos, lo que fue fielmente cumplido durante la Guerra de Malvinas en 1982. Y fue reafirmado en recientes declaraciones de la presidenta (25-01-2012).
La sumisión y el cumplimiento del tratado de 1825 continúan con el Tratado del 11 de diciembre de 1990 y la ley No 24.184 del 24 de junio de 1992, que le aseguran a los intereses británicos protección en nuestros territorios. Es importante destacar que los dos tratados fueron firmados siendo el Dr. Domingo Cavallo (ex funcionario de la dictadura) ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Economía después hasta la crisis del 2001.
Lo que hemos afirmado más arriba en cuanto a que los británicos se fijan como estrategia mantener la discusión de soberanía congelada para mantener la ocupación colonial hasta el infinito o, en su defecto, crear la posibilidad de que las Malvinas puedan adquirir el status de país independiente (pero realmente bajo protectorado inglés) es la estrategia constante, es la política inglesa para la cuestión Malvinas. Por eso, como se ha dicho, funcionarios ingleses en forma reiterada sostienen que, de lo que se trata, es del reconocimiento de la autodeterminación de los pueblos y del derecho Kelper (población transplantada por el ocupante) a elegir si son ingleses o un país independiente.
De esa manera, continuando su ocupación o creando un país subordinado, Inglaterra se plantea mantener el control de Malvinas, clave para el control estratégico del Atlántico Sur y de la confluencia Atlántico-Pacífico. Esto ha sido el centro de su política antes y después del 2 de abril.
Es justo condenar la estrategia y la conducción por la dictadura de la Guerra de Malvinas. No era posible vencer sin apelar a la concepción de una defensa de la Patria como la que inspiró a los ciudadanos de Buenos Aires en 1806 y 1807 y que fue la base del nacimiento de un nuevo Ejército (los Ejércitos de la Independencia Nacional) y del proceso revolucionario consagrado el 25 de Mayo de 1810.
Lo que no se puede decir sin falsear la verdadera historia es que la recuperación del 2 de abril y la Guerra de Malvinas hicieron fracasar negociaciones fructíferas. Hay largos años de negociaciones que no llegaron a ningún lado.
En 1982 las negociaciones estaban tan estancadas como ahora, con el peligro del fortalecimiento militar de la zona por los ingleses, como efectivamente lo han hecho.
En 1981 en una sesión del Parlamento británico sobre el tema Malvinas, Lord Skelmersdale sostuvo en referencia a la explotación petrolera en la región, que “ninguna compañía de renombre, va a arriesgar la inversión de grandes sumas de dinero en ella si no hay un acuerdo entre los gobiernos sobre los derechos respectivos para explotar los recursos del área”. Como se ve, la política de la cooperación económica excluyendo el tema de la soberanía es de interés británico desde hace rato, y les conviene porque ocupan las Malvinas de hecho y les permite el control político y económico del área.
Una política exterior argentina que de seguridades a los británicos en el ejercicio de su dominio en la zona Malvinas e Islas del Atlántico Sur manteniendo en la indefensión a nuestro litoral marítimo, y que no golpee los intereses ingleses en el petróleo, la minería, los bancos, en la Argentina, mantenga la vigencia de los Acuerdos de Madrid, la Ley de garantía a las inversiones inglesas y todos los demás acuerdos, entendimientos, etc., es una política que facilita el objetivo colonialista de consolidar sus posiciones.

¿Era posible vencer en 1982?
El comandante Chu Te, organizador del Ejército Rojo en la Revolución China, decía que en toda guerra hay cinco factores cardinales: el factor político, el factor económico, el factor recursos humanos, el factor armas y el factor comunicaciones, incluidas las características topográficas del terreno. (6)
Desde el punto de vista del factor político, la política de la dictadura fue confiar en uno u otro imperialismo. Se esperó la neutralidad yanqui, se confió en el bloqueo soviético y chino en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero los yanquis tenían una alianza estratégica con los ingleses. Y los soviéticos y chinos habían dejado de ser socialistas y no se iban a arriesgar tan lejos de su territorio.
Además, el sector militar que quería combatir (y combatió con honrosos ejemplos) tuvo que enfrentar a los funcionarios cívico-militares de la Dictadura subordinados a distintos imperialismos que jugaban a la derrota, o que impulsaban una estrategia militar que llevaba a la derrota. Por lo tanto, no se podía triunfar en la guerra sin una crisis política y fractura militar, a partir de la clase obrera y el pueblo que habían ganado las calles, atrayendo a la fracción patriótica y democrática de las fuerzas armadas para imponer un frente único antiinglés. Esto era posible ya que el movimiento popular y patriótico que se generó abrió un curso sin retorno en el proceso político. Empero, la crisis militar se produjo después de la derrota, de manera confusa, mezclada, manipulada e incompleta.
Había que desnudar la hipocresía de Gran Bretaña que se planteó ocultar su agresión bajo la fachada de atacar a la dictadura (ocultando que esa dictadura precisamente había derrocado a un gobierno constitucional por orden de las potencias imperialistas bajo cuyo influjo actuaba). Golpe en que habían participado activamente los sectores proingleses, además de rusos, yanquis y otras potencias.
Desde el punto de vista continental había que hacer de las Malvinas una reivindicación de los latinoamericanos, porque controladas por la Argentina significaba que el Atlántico Sur podía convertirse en una vía de conexión del Tercer Mundo y de Latinoamérica. Había que demostrar que las Malvinas, las Georgias y Sándwich del Sur eran una clave para hacer del Atlántico Sur un lago latinoamericano y un puente de unidad con África.
En el mapa se ve clara su importancia: desde Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur se controla el Atlántico Sur y la confluencia con el Pacífico. Y es el camino a la Antártida, a una Antártida que beneficie a Latinoamérica. Todo esto es parte del factor político.
Desde el punto de vista militar implicaba además encarar una guerra prolongada. Después de la derrota yanqui en Vietnam, las potencias imperialistas buscaron, en sus agresiones, desarrollar guerras rápidas, para evitar el empantanamiento. Así lo hicieron en el largo camino que fue de Malvinas a Irak y Afganistán. Pero volvieron a fracasar y el fantasma del “empantanamiento” surge nuevamente en nuestros días. Es que los pueblos, países y naciones oprimidas solo pueden triunfar en guerras de una amplia base popular, y utilizando a su favor el desgaste a través del tiempo. Así fue en nuestra larga guerra de la Independencia, así fue en Vietnam, así es hoy en Irak y Afganistán. Pero este factor militar está ligado al factor político. No es posible sin la clase obrera y el pueblo organizado y en unidad con las corrientes patrióticas y democráticas de la Fuerzas Armadas. Condiciones que es preciso preparar desde antes.
Las guerras prolongadas posibilitan el logro del apoyo mundial a la causa justa de los oprimidos, debilita la moral del imperialismo agresor, demuestra las falacias de sus acciones de propaganda, consigue el apoyo de los movimientos pacifistas del país agresor que van descubriendo el carácter injusto de la agresión, etc.
Ligado a lo político y militar está el factor económico. No se puede triunfar en una guerra cuando se está alimentando financieramente al enemigo al pagarle la deuda externa y con sus empresas mandando sus ganancias a Londres. Hasta la Comisión Rattenbach, a la cual se ha referido Cristina Kirchner, en su discurso del 25 de enero, criticó esta circunstancia. (7)
Otro elemento a considerar era la expropiación capital inglés en las islas para entregar tierras y ovejas a los kelpers, requisito indispensable para tener una base social de apoyo en la Guerra. Medida inseparable de una reforma agraria en el continente que expropiara los latifundios ingleses.
Era necesaria una política económica consustanciada con lo anterior, lo que exigía aumentar los salarios, atender a la situación de los productores agropecuarios, de la pequeña y mediana industria y la industria nacional, adecuando la producción a los requerimientos de la guerra.
Respecto al factor recursos humanos, se ha hablado mucho de la tecnología subestimando al hombre y sobreestimando las armas. El problema no era la superioridad tecnológica sino que muchos de los hombres que estaban mejor entrenados, y de las armas más útiles, fueron dejados en el continente por las concepciones y la actitud política de la cúpula militar, y de muchos "caciques" militares que nunca se plantearon el objetivo de ganar la guerra sino sólo de abrir negociaciones.
Por otra parte, siguiendo al General Vo Nguyen Giap (estratega militar vietnamita del triunfo de ese país contra el imperialismo francés primero y contra el yanqui después) entre el hombre y el arma, lo más importante es el hombre y su identificación política e ideológica con la guerra de liberación e independencia. (8)
Era necesaria una activa participación popular y convocar a los miles de voluntarios que se presentaron en esos momentos. Era necesaria la preparación de una fuerza militar patriótica para la recuperación de Malvinas. Esto se logra sobre la base de un Ejército que se plantee como objetivo una defensa nacional, popular integral y no la agresión a otro país y la represión interna. No se prepararán esas Fuerzas Armadas para nuestra defensa participando, como hasta ahora, en fuerzas de agresión de potencias imperialistas y bajo las órdenes de sus generales (aunque se lo haga bajo la bandera de la ONU), ni entrenándose en la represión interna.
El factor recursos humanos implicaba, por lo tanto, convocar a los voluntarios argentinos y latinoamericanos. Permitir la participación de contingentes de las Fuerzas Armadas de países latinoamericanos que los ofrecieron. Latinoamericanizar el conflicto. Se debió preparar al conjunto de la sociedad. Desarrollar la preparación combativa y el armamento del pueblo.
Estos temas se concretaron, en ese entonces, en un programa de 10 puntos del PCR para enfrentar la agresión inglesa.
Por el contrario, la dictadura planeó una guerra limitada y corta, basada en imposibles acuerdos con potencias imperialistas. La dictadura nunca se propuso contar con líneas de abastecimiento, para lo cual hacían falta submarinos, por ejemplo, para atacar las líneas de abastecimiento enemigas y asegurar las propias. Submarinos que estábamos en condiciones de fabricar en pocos años más, a propulsión nuclear, con nuestro reactor atómico CAREM. También estábamos en condiciones de lograr, en un tiempo relativamente corto, una capacidad aérea más adecuada a este conflicto, tanto de la Fuerza Aérea como de la Aviación Naval, y en el desarrollo misilístico. Todos esos planes fueron abandonados luego de la rendición incondicional firmada por Menem en los tratados de Madrid.
Sobre las comunicaciones en la guerra, Chu Te dice en el artículo citado: “Para las operaciones de un ejército moderno, la retaguardia es tan importante como el frente. Esto se explica por el enorme aumento de las diversas necesidades de las unidades mecanizadas en víveres, armas, municiones, autovehículos, etc. Cuando un ejército en operaciones ve cortadas sus comunicaciones entre el frente y la retaguardia, su capacidad combativa se debilita en gran medida y, en consecuencia, no puede mantenerse por mucho tiempo e incluso corre peligro de ser liquidado por completo. Por eso, para un ejército, las comunicaciones constituyen uno de los puntos cardinales que deciden el desenlace de las operaciones. Las comunicaciones comprenden el transporte y las transmisiones de mensajes”. (6)
La llegada de la Task Force inglesa, con la imposición de su bloqueo aeronaval, dejaron al desnudo el fracaso de la estrategia de la dictadura de guerra corta seguida de negociaciones apoyándose en uno u otro imperialismo.

El informe Rattenbach
Se trata del informe resultante de una investigación, realizada en épocas de la Dictadura, que por Resolución del 2 de diciembre de 1982, de la Junta Militar de ese entonces, constituyó una “Comisión de análisis y evaluación de las responsabilidades políticas y estratégico militares en el conflicto del Atlántico Sur” presidida por el General Rattenbach. La presidenta ha destacado las cualidades de este General.
Ante esto, queremos recordar tres cuestiones:
1º.- La posición golpista de dicho general en un escrito del 04-11-1975, en el que no sólo le pide la renuncia a la mandataria por su “incapacidad”, sino que basa la misma “primero, por su condición de mujer…”. (Clarín - 12/2/2012)
2º.- Sus actos como Secretario de Guerra del gobierno de facto de José María Guido, cuando firmó el decreto-ley que reimpulsó la proscripción del peronismo. 
3º.- El Informe Rattenbach no parte de reafirmar que la Guerra fue justa.
Más allá de lo anterior, veamos algunas conclusiones al respecto del Informe Rattenbach: “Existió una gran diferencia entre la capacidad logística real de las FF.AA. y el desarrollo de esta capacidad con respecto a los elementos destacados en Puerto Argentino. Esta gran diferencia consistió en el transporte”. (…) “a) se careció de un Decreto del PEN para que antes y después de las operaciones bélicas las empresas y organismos estatales y privados estuvieran en condiciones de satisfacer obligatoriamente los requerimientos de la FF.AA. en todo momento; b) se notó la falencia de la organización territorial, la carencia de una infraestructura ferroviaria y vial e instalaciones acordes con las exigencias operacionales, y la inadecuación de la infraestructura en las terminales de carga (...); c) en el sur del país existieron problemas tanto para el abastecimiento de efectos de clase II y III (A) (combustibles y lubricantes para vehículos y aeronaves) en tambores como para el envío a Malvinas”. El informe es lapidario: “El principio que rige las funciones logísticas `prever para proveer´ quedó absolutamente desvirtuado”. (7)
¿Qué podemos decir hoy con nuestro sector petrolero totalmente privatizado y en el cual la segunda empresa (PAE) es un 60 % de la British Petroleum británica? ¿Y de la carencia de una flota mercante del Estado? ¿Y de la destrucción y el estado ruinoso de la red ferroviaria? ¿Y de las comunicaciones en manos de monopolios extranjeros? ¿Y de las fábricas de aviones y de tanques convertidas en talleres?.
El Informe Rattenbach critica el pago de la deuda con Inglaterra mientras estábamos en guerra. ¿Los gobiernos postdictatoriales incluido el presente, han hecho algo distinto? ¿No significa la reafirmación de esta política el hecho de que Cristina Kirchner recalque que no se han tomado medidas (ni se tomarán) contra capitales británicos en la Argentina?

El paraguas de soberanía
El Imperio Colonialista Británico no tiene ninguna intención de discutir la cuestión de la restitución del territorio usurpado a la Argentina.
El “paraguas de soberanía” inventado por los ingleses sirve a los ingleses:
§                     que fortalecen cada vez más su base en Malvinas con armamento de última generación,
§                     que avanzan en sus pretensiones marítimas y antárticas,
§                     que, con el aeropuerto en el paralelo 42, propiedad del ciudadano inglés Lewis, pueden desembarcar con sus aviones de la base de Malvinas, dividiendo Argentina continental en dos,
§                     que rapiñan nuestra pesca y nuestro petróleo,
§                     que mantienen el control del Atlántico Sur para la OTAN, con su presencia militar en Malvinas, en la base extranjera más grande en Latinoamérica.
Son imprescindibles hechos que golpeen a los planes colonialistas, y a los grupos imperialistas ingleses que están saqueando nuestras riquezas y financiando la explotación petrolera en Malvinas para consolidar la usurpación colonial y saquear nuestro petróleo.

La declaración proinglesa de los 17 “intelectuales”
            Un grupo de 17 intelectuales ha publicado una declaración en la que pretende mostrar una visión alternativa de la Cuestión Malvinas. Propone “abdicar de la intención de imponerles (a los isleños) una soberanía, una ciudadanía y un gobierno que no desean” (…). “Es necesario poner fin hoy a la contradictoria exigencia del gobierno argentino de abrir una negociación bilateral que incluya el tema de la soberanía al mismo tiempo que se anuncia que la soberanía argentina es innegociable”.
Cuestionan la importancia de la Causa de Malvinas, así como su escasa relación con los grandes problemas políticos, sociales y económicos que nos aquejan.
Consideran injusta (y en esto coinciden con Cristina Kirchner) la Recuperación de nuestros territorios el 2 de abril de 1982.
Cuestionan el carácter de irrenunciable de la causa Malvinas y reivindican el derecho kelper a la autodeterminación. Dicen que los habitantes de Malvinas deben ser reconocidos como sujeto de derecho. Sostienen que respetar su modo de vida, implica abdicar de la intención de imponerles una soberanía, una ciudadanía y un gobierno que no desean.
Dicen: “La Historia, por otra parte, no es reversible, y el intento de devolver las fronteras nacionales a una situación existente hace casi dos siglos –es decir: anterior a nuestra unidad nacional y cuando la Patagonia no estaba aún bajo dominio argentino– abre una caja de Pandora que no conduce a la paz.” O sea: dan a los kelpers el carácter de pueblo autóctono comparándolos con los inmigrantes que vinieron a radicarse aquí integrándose y reconociendo la existencia de la República Argentina y, más aún, equiparándolos con los pueblos originarios.
El Derecho de autodeterminación que invocan los firmantes es base fundamental para la existencia de un nuevo Estado, Falklands. Pero Falklands y sus dependencias (como las denominan los británicos), incluyen Malvinas, San Pedro, Santiago, mares adyacentes, plataforma continental y proyección antártica (la totalidad del Sector Antártico Argentino y la mayor parte del chileno): cinco millones de kilómetros cuadrados de territorio argentino y sus riquezas hidrocarburiferas, pesca, minerales, agua dulce, y ubicación estratégica ruta Atlántico Sur – Pacifico Sur y ruta transpolar. Lo que los firmantes proponen entregar es un territorio superior a la propia Argentina continental.
En síntesis: a) Consideran a Malvinas una causa injusta o “prescripta”, b) Consideran a la Guerra por la Recuperación de nuestros territorios como injusta y c) Consideran a la causa de Malvinas como una causa “renunciable”.
Sobre estos tres puntos nos hemos extendido a lo largo de este artículo. Lo afirmado más arriba contesta sus posiciones.
Es bueno recordar, además, que sólo alrededor de un tercio de la población de Malvinas es descendiente de los primeros ocupantes trasplantados, el resto son funcionarios de la administración colonial, provienen de otras colonias inglesas, o son trabajadores de países latinoamericanos. Además, hay un civil por cada soldado inglés. Sólo desde 1983 tienen el carácter de ciudadanos ingleses (los descendientes de ingleses).
Afirmamos rotundamente que este documento expresa de manera minuciosa la posición de los colonialistas ingleses. Más no podría pedir el Gobierno colonialista imperialista británico. Hasta el monarca español se vería obligado a oponerse a estos argumentos, dada la situación de Gibraltar. Además, esta posición es funcional al doble mensaje gubernamental que quiere desmalvinizar aparentando lo contrario.
Sectores populares temen una guerra. Es necesario aclarar que ni esta posición proinglesa ni la del gobierno, aseguran la paz futura. La Declaración de los 17 es la legalización de un estado satélite ingles. La posición gubernamental propone un diálogo infinito que mantiene sin fecha la ocupación y respeta todos los acuerdos de sumisión nacional. Ambas posiciones no podrán evitar que el dispositivo militar inglés que es para disputar la región con otras potencias, persista y se incremente. Si esto es así, en esta época en la que avanza la crisis económica y avanzan los factores de guerra, el dispositivo militar inglés constituye una amenaza para nuestro territorio continental, y para operaciones sobre otros países latinoamericanos.

Nuestras propuestas
Se trata de negociar desde posiciones de fuerza. No proponemos que los puntos que siguen sean todos inmediatos. Se podría, de inicio, poner en vigencia la Ley 26.659, ya mencionada, desconocer los Acuerdos de Madrid y el Tratado de Garantía de las Inversiones con Gran Bretaña, suspender todo pago de la deuda externa a ese país, y expropiar las tierras de Lewis y las acciones de Panamerican, e ir avanzando en la medida en que convenga.

1. Inmediata denuncia y nulidad de los Acuerdos de Madrid —octubre de 1989 y febrero de 1990—, viga maestra de la diplomacia argentina con el Reino Unido desde 1989 hasta la fecha.
2. Derogación del Tratado de Garantía de Inversiones con Gran Bretaña firmado en Londres el 11 de diciembre de 1990, y ratificado posteriormente por ley Nº 24.184.
3. Derogación del Tratado de amistad, comercio y navegación firmado el 2 de febrero de 1825 entre los Gobiernos de las Provincias Unidas del Río de la Plata y S.M. el Rey del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda.
4. Derogación del Tratado Roca-Runciman, Ley N° 11.693 (225).- Convención y Protocolo sobre intercambio comercial con Gran Bretaña e Irlanda del Norte, firmados en Londres el 4 de mayo de 1933 (B.O. 8/VIII/933).
5. Suspensión inmediata de todo pago de deuda externa a Gran Bretaña.
6. Anulación del canje de la deuda promovido por el gobierno a manos de bancos extranjeros, entre ellos el Barclays británico.
7. Expropiación de las tierras de Lewis y su aeropuerto y demás latifundios de capitales ingleses, como primer paso de una reforma agraria integral.
8. Estatizar las acciones de la Brithis Petroleum en Panamerican y de la Shell como inicio de la reestatización de todo el sector petrolero.
9. Anulación de todas las concesiones mineras de capitales ingleses, como primer paso de la anulación de todas las concesiones de megaminería contaminante.
10. Sanción efectiva en sus inversiones en Argentina a toda empresa que participe directa o indirectamente en la explotación colonial de nuestras Malvinas y Plataforma Continental. Reglamentación y cumplimiento inmediato de la Ley 26.659.
11. Prohibición por Ley Nacional de la permanencia, amarre o abastecimiento u operaciones de logística en territorio argentino de buques de bandera británica, “kelper” o de conveniencia, que realicen tareas relacionadas con la exploración, explotación, perforación de recursos naturales y presencia de buques militares, dentro del ámbito de la cuenca de las Islas Malvinas sobre la plataforma continental argentina.
12. Llevar el reclamo argentino a la Asamblea General de la ONU y someterlo a votación. Ese órgano año a año aprobaba nuestro reclamo, hasta que Menem abandonó esta práctica. El gobierno actual lleva el reclamo a la Asamblea, pero no lo somete a votación, como históricamente se había hecho.

Reafirmamos
En este Trigésimo Aniversario cada ciudad, cada pueblo y cada corazón argentino deben ser un bastión para el reclamo de la recuperación de nuestros territorios usurpados y a la vez, debe ser una firme respuesta a las declaraciones y las acciones del Imperialismo Colonialista Inglés.
La independencia nacional completa de toda dominación extranjera, como afirma el Acta de nuestra Independencia, sólo será posible con nuestra integridad territorial completa, como una cuestión fundamental de la ruptura de las cadenas de la dependencia. (9)

Notas
1.                  La cuestión Malvinas, una realidad vigente. Instituto de Estudios Nacionales del Foro Patriótico y Popular. 2011.
2.                  Pacheco, Santiago. La guerra de Malvinas. En La trama de una Argentina antagónica. Editorial Ágora. 2006.
3.           Lenin, V.I. El imperialismo etapa superior del capitalismo. Editorial Ateneo.1974.
4.                  Lenin, V.I. Los principios del socialismo y la guerra de 1914-1915. Ed. Lenguas Extranjeras. Beijing. 1976.
5.                  Silenzi de Stagni, Adolfo. Las Malvinas y el petróleo. Volumen 2.  Distribuidora y editora Teoría S.R.L.. Buenos Aires. 1983.
6.                  Chu Te. Obras escogidas. Sobre la guerra de guerrillas contra el Japón. Edición Lenguas Extranjeras. Beijing. 1983.
7.                  Informe Rattenbach. Ediciones Fin de Siglo. 2000.
8.                  Vo Nguyen Giap. El hombre y el arma. Ediciones Lenguas Extranjeras. Hanoi. 1968.
9.                  COMUNICADO. Ante las recientes declaraciones y acciones agresivas del Imperio Colonialista Británico. Instituto de Estudios Nacionales del Foro Patriótico y Popular. 2012.