Un drama
que afecta a miles de pibes
Sobre la despenalización
de la droga
escribe Gerardo Cambio
Mucho se viene discutiendo sobre la despenalización
del consumo de droga a partir de una serie de proyectos de ley de distintos
diputados y del impulso que sectores del gobierno kirchnerista le dieron al
tema.
Lo primero que habría que definir para discutir este
tema es qué posición se tiene ante las drogas. Los comunistas revolucionarios
pensamos que tanto la droga como el alcohol hacen estragos entre los jóvenes.
Históricamente las clases dominantes los han utilizado para desviar y dividir
la lucha juvenil, para que no nos rebelemos frente a las injusticias que
vivimos. Por esta razón la Juventud Comunista Revolucionaria está en contra de
la droga.
En todos estos años los sufrimientos de los jóvenes
se han agravado con política kirchnerista. Para muestra basta un botón dice el
dicho, en el tema educativo un reciente informe de la Unesco asegura que sólo
31 de cada 100 chicos que empiezan la primaria terminan el secundario, por esa
y otras razones ya son 993.000 los jóvenes de 14 a 25 años que no estudian
ni trabajan.
Mientras el gobierno y el conjunto de las clases
dominantes tienen esta política de exclusión y explotación de la juventud, al
mismo tiempo fomentan la vida “fácil”, el individualismo, la falta de
solidaridad, y la “cultura del reviente”, naturalizan el alcohol y la droga
como parte de nuestra vida cotidiana y como factores necesarios para la
diversión o para poder soportar la vida que tenemos.
El gobierno
K y la droga
Los K en estos casi diez años de gobierno han
profundizado la dependencia del imperialismo y el latifundio en nuestro país,
pero también, han transformado a la Argentina de un país de tránsito a un país
de consumo de droga.
La masificación del paco –que se elabora con los
desecho de la cocaína– muestra que se han instalado una importante cantidad de
“cocinas” donde se fabrica y procesa la droga. Han dado vía libre a la
importación de efedrina –se utiliza para la fabricación de cocaína–, que ha
ingresado a nuestro país en cantidades siderales.
En todos estos años han salido a la luz una serie de
hechos que vinculan al gobierno con el narcotráfico. Se conoció que durante el
gobierno de Néstor Kirchner existió una línea área que hacía la ruta Tacna
(Perú)–Córdoba(Argentina)– Madrid (España) con una inusual frecuencia. La
empresa Southern Winds era una pantalla a través de la cual llevaban droga a
España. El triple crimen donde fue asesinado Forza junto a dos de sus
compañeros, hizo emerger que estos “empresarios farmacéuticos” ligados al
tráfico de efedrina fueron financistas de la campaña electoral de Cristina
Kirchner. Vale recordar que la empresa Conarpesa, implicada en uno de los
mayores allanamientos de droga de nuestro país (operativo langostino), había
sido financista de la campaña de Néstor Kirchner en 2003. También el gobierno
tomó medidas que beneficiaron de hecho a los narcotraficantes, como el blanqueo
de capitales que les permitió declarar millones de pesos sin que nadie les preguntara
acerca de los orígenes de esos fondos.
¿Quiere
el gobierno combatir la droga y a los narcos despenalizando?
Estamos en contra de la actual Ley 23.737 (Ley de
estupefacientes) porque no toma a la droga como una enfermedad social sino como
un delito. La ley mezcla el consumo con la comercialización y pone como
solución primordial para el consumo la represión.
Somos claros: estamos en contra de que se penalice a
cualquiera –y particularmente a cualquier joven– que consuma, porque la droga
es una enfermedad social. Pero no acordamos con los proyectos de ley que están
circulando. Porque en primer lugar nos quieren llevar a un debate falso. Si
quisieran resolver el problema de los jóvenes con adicciones, ¿por qué no toman
medidas inmediatas? ¿Por qué no aumentan el presupuesto del Sedronar para crear
más centros de recuperación? En lugar de eso se concentran en discutir el
gramaje, es decir la cantidad de droga con la que una persona puede circular y
que determinaría si es para uso personal o para vender. Hecho que hace pensar
que va aumentar el tráfico en pequeñas cantidades, miles de pequeños vendedores
podrían circular libremente. ¿No será entonces que pretenden masificar aún más
el consumo? Mientras las políticas dominantes como la del kirchnerismo sea favorecer
el narcotráfico y el fomento de la droga en la juventud, la despenalización
lisa y llana no va a mejorar el problema de los jóvenes sino que va a
beneficiar a los narcotraficantes. Se necesitan leyes integrales que tomen a la
droga como una enfermedad social y que contemplen medidas, sanitarias,
educativas y sociales para poder darles una salida a esos pibes. No leyes que
partan del “derecho” y la “libertad” que tienen los individuos para drogarse
tranquilos. Y se necesita combatir verdaderamente al narcotráfico.
Por otro lado, es falso el argumento de que con la
despenalización no van a encanar más a los pibes. En primer lugar porque el
narcotráfico está íntimamente ligado a la corrupción policial. Y porque además
en este país te encanan y te cagan a palos por portación de cara, por ser pobre
o por ser joven. Y eso no va a cambiar mientras este Estado podrido siga en
pie.
De fondo el problema más grave es que este tipo de
leyes van en camino a la legalización de la droga.
La
legalización: ¿A quién le conviene?
Hay muchos sectores progresistas, e incluso de
izquierda, que plantean la legalización de la droga. Algunos son más cuidadosos
y sólo hablan de la marihuana fomentando la teoría de drogas blandas y drogas
duras. Un mito hecho a la medida del fomento del consumo de marihuana,
principal puerta de entrada de los jóvenes a otras drogas.
Pero no sólo en organizaciones políticas, sino
también estas ideas han enraizado en muchos jóvenes. Se escuchan argumentos
tales como: “Si se legaliza no va a haber bandas que la controlen, por lo que
los narcos perderían su negocio”, “van a tener que pagar impuestos que hoy
evaden ganando millones”, “el Estado va a poder controlar”, “cada uno va a
poder plantar libremente y no habrá más negocio”, entre otros.
Pero en un mundo donde domina la concentración
monopólica, y donde los países son controlados por unos pocos monopolios
imperialistas y grandes terratenientes ¿Por qué va a ser diferente en el
terreno de la droga? Así es hoy la realidad en otros rubros: ¿Cuántos laboratorios
extranjeros controlan los psicofármacos? ¿Cuántos controlan el tabaco libre?
Tomemos el caso del juego –que antes era ilegal–, después de su legalización
¿se masificó o disminuyó? Su legalización trajo más jugadores, y sus ganancias
hoy son mayores a las de antes. ¿Por qué va a ser distinto con la droga?
Por otro lado, pedirle a este Estado que controle es
como pedirle al lobo que cuide las ovejas. Son precisamente sectores de las
instituciones del Estado como la policía y gendarmería, el poder judicial y
político en los más altos cargos de donde se promueve, se trafica y se hacen
los más grandes negociados con la droga.
La
libertad…
Otro gran debate es el de la llamada “libertad”
individual. Muchos dicen, y es la base ideológica de los proyectos legislativos:
“Yo soy libre de drogarme mientras no moleste al otro”. El problema de ese
razonamiento es que no parte de la realidad de un país con las desigualdades
sociales que tenemos.
Es difícil, por no decir imposible, hablar de
libertad en esta Argentina oprimida y dependiente. Vale preguntarse entonces
¿Cuál es la libertad de un joven trabajador superexplotado? ¿Cuál la de un
desocupado? ¿Y la de un joven campesino u originario sin tierra que vive el
desarraigo en las villas miseria de las ciudades? ¿Cuál es la libertad de las
masas populares explotadas en nuestro país? ¿La de poder emborracharse y
drogarse cuando quieran? Pero sobre todo, ¿De qué libertad se puede hablar para
un pibe que está metido en la droga?, ¿Qué libertad puede tener ese joven que
es esclavo de la adicción que generan las drogas? No podemos hablar de
verdadera libertad para los oprimidos en esta sociedad, con este sistema.
Hay que
luchar para que se tomen medidas contra la droga
El problema de la droga es grave, es uno de los principales
–sino el principal– problemas de la juventud argentina. Por eso es
imprescindible luchar para exigir que se tomen medidas laborales, sociales,
jurídicas, sanitarias y educativas para sacar a los pibes de la droga. Exigir
que se aumente considerablemente el presupuesto del Sedronar, para que se creen
centenares de centros de atención gratuitos en todo el país para los jóvenes
que quieran recuperarse, junto a otra serie de medidas. Pero al mismo tiempo
hay que enfrentar a los narcotraficantes, y exigir que se los castigue.
No hay que dejarse engañar con medidas supuestamente
“progresistas” que esconden en realidad una política profundamente reaccionaria
que busca transformar a nuestro país en un fumadero de paco. El problema
principal es que la droga y el alcohol se desarrollan entre las masas populares
como uno de los instrumentos eficaces para su adormecimiento, como herramienta
que facilita la profundización de la opresión. Tenemos que seguir luchando para
terminar con esa lacra del sistema que es la droga. El camino para hacerlo es
el camino de la lucha, el camino revolucionario.
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