LA INFLACIÓN Y LA DISPARADA DEL DÓLAR
Esenciales en síntesis:
La
inflación no se trata simplemente de una tendencia
generalizada de los precios a aumentar, sino de una tendencia de los precios a
aumentar de manera despareja. Por eso se dice que varían los precios relativos.
Suben los bienes y servicios y no lo hacen en igual medida y tiempo los
salarios y los ingresos de los pequeños y medianos productores.
El
déficit del presupuesto: es importante causa de la inflación, y mucho se habla
de él. Pero tiene mucha más importancia, y se habla mucho menos, de la
principal y determinante causa de ese déficit, que es la corrupción del
aparato estatal; es decir, el saqueo del aparato estatal.
El
capitalismo de amigos: Ese saqueo está destinado a enriquecer con subsidios y beneficios
a grupos económicos de una u otra potencia imperialista y de sus aliados
internos y no tiene el destino de planes de ayuda a los sectores más
empobrecidos de la población como se quiere hacer creer cuando se habla de
ajustes.
El
ajuste kirchnerista: El gobierno kirchnerista, aunque de palabra se queje
de la oligarquía y los monopolios, optó por seguir favoreciéndolos no a través
de los ajustes “clásicos”, sino por el no menos clásico (recordemos a Alfonsín)
ajuste inflacionario. Por ejemplo, imponiendo “pautas” a los aumentos de
salarios, y después dejar que los monopolios los “ajusten” a través de los
aumentos de precios, apropiándose de parte de eso a través del impuesto
inflacionario, emitiendo cada vez más pesos sin respaldo de una mayor
producción.
DEFINICIONES
Inflación es el crecimiento continuo y
generalizado de los precios de los bienes y servicios o, dicho de otra manera,
la persistente disminución del poder adquisitivo del dinero. Para ser sostenida
en el tiempo depende de la emisión monetaria que hacen los gobiernos.
Por más que se diga que se hace esto
para estimular la demanda, si la fabricación de dinero no tiene un respaldo en
la producción, esta emisión va a terminar convalidando e incluso incentivando
el aumento sostenido de los precios, con el consiguiente deterioro del poder
adquisitivo del dinero.
Esto no es neutral en la economía, pues
hay quienes tienen la posibilidad de aumentar los precios según el ritmo de la
inflación, o más, “previniéndola”, y quienes no pueden hacerlo al mismo ritmo o
al mismo tiempo, como ocurre con los pequeños y medianos productores o
comerciantes y más claramente con los asalariados cuyos ingresos se pautan
anualmente (o semestralmente en el caso de los jubilados y pensionados). Como
observaba Horacio Ciafardini (“Qué es esto de la inflación”), la inflación
“no se trata simplemente de una tendencia generalizada de los precios a
aumentar, sino de una tendencia de los precios a aumentar de manera despareja.
Por eso se dice que varían los precios relativos”.
Las tremendas distorsiones de precios
que hoy vivimos en Argentina, en comparación con la mayoría de los demás países
dependientes –incluso más atrasados económicamente que el nuestro–, se debe a
una mayor inflación sostenida con una emisión monetaria muy superior a la
capacidad productiva real de la economía. Además, a cómo financia el gobierno kirchnerista
sus gastos, aumentados extraordinariamente por su sustento en la corrupción.
Como también escribía Horacio Ciafardini (en Crisis, inflación y
desindustrialización en la Argentina dependiente, Ed. Agora, pág. 68): “El
déficit del presupuesto es importante causa de la inflación, y mucho se habla
de él. Pero tiene mucha más importancia, y se habla mucho menos, de la
principal y determinante causa de ese déficit, que es la corrupción del
aparato estatal; es decir, el saqueo del aparato estatal”.
Un aumento en la cantidad de dinero en
circulación incentivará una mayor demanda por bienes y servicios, lo cual, de
inicio provoca un aumento en la producción. Pero ese crecimiento de la cantidad
de dinero por sobre la producción es lo que termina convalidando el aumento en
el nivel general de precios, con lo que rápidamente se agotan los estímulos
temporales al empleo y la producción.
Una consecuencia de la destrucción del peso argentino
La disparada del dólar
Fecha: 03/04/2013
Eugenio Gastiazoro
En pocas semanas, el precio del dólar en el mercado informal, llamado
“dólar blue” (azul), escaló a más de 8 pesos, cuando el dólar en el mercado
oficial controlado cotiza apenas arriba de los 5 pesos. Es decir una diferencia
o “brecha” de más de un 60%. En tanto el “dólar turista” (el oficial con un
recargo del 20% a cuenta del impuesto a las Ganancias), se eleva a poco más de
6 pesos.
Es cierto que esta fenomenal escalada del dólar informal tiene
componentes especulativos. Pero esta especulación no puede explicarse al margen
de lo que sucede en la economía; al contrario, son los problemas en la economía
los que generan y aceleran los fenómenos especulativos. Sino podría pensarse
que con más controles, con mayor poder de policía, se podría acabar con ellos.
Y lo que vemos es que cuanto más controles se ponen, mayor es el desmadre del
precio del dólar, como ocurre también con otros precios de la economía
argentina. Es que no basta operar sobre los síntomas, si no se ataca de fondo
la enfermedad. Y ésta tiene hoy un nombre en la Argentina: inflación. Siendo
hoy su principal responsable la política inflacionaria de ajuste del propio
gobierno. Por supuesto sobre la base de mantener y fortalecer la estructura
latifundista y dependiente del país: la soja, los automotores y la megaminería
han sido las estrellas de este “modelo” que hoy nos lleva al “estrellamiento”.
Los grandes terratenientes, los pooles de siembra y los monopolios
imperialistas la “juntaron con pala” como dijo la Sra. Presidente, y también el
gobierno kirchnerista y sus amigos. Pero esa plata no se destinó a la inversión
productiva, por lo que una vez utilizada la capacidad instalada ociosa (las
fábricas trabajando a pleno) y desgastada la infraestructura (ferrocarriles,
rutas, etc.), comenzaron a notarse las restricciones de oferta: la demanda pasó
a ser mayor que la oferta, como dicen los economistas, y la diferencia pasó a
traducirse en el aumento de los precios. Por supuesto de una manera despareja
dada la estructura latifundista y monopólica dependiente.
Ante esto el gobierno kirchnerista, aunque de palabra se queje de la
oligarquía y los monopolios, optó por seguir favoreciéndolos no a través de los
ajustes “clásicos”, sino por el no menos clásico (recordemos a Alfonsín) ajuste
inflacionario. Por ejemplo, imponiendo “pautas” a los aumentos de salarios, y
después dejar que los monopolios los “ajusten” a través de los aumentos de
precios, apropiándose de parte de eso a través del impuesto inflacionario,
emitiendo cada vez más pesos sin respaldo de una mayor producción.
El argumento es que de esta manera se estimula la demanda, pero como ya
dijimos si no hay un aumento simultáneo de la oferta, la mayor cantidad de
dinero se traduce en aumentos de los precios y si esto se convalida con mayor
emisión monetaria, el resultado es la destrucción de la propia moneda. Pan para
hoy y hambre para mañana.
Esto es lo que ha venido pasando, por más que se haya querido ocultar
destruyendo las estadísticas del Indec, subsidiando tarifas, imponiendo
“cepos”, etc., con lo que se ha agravado la distorsión de precios producto de
la inflación. Y esta distorsión de precios ya traba todo el funcionamiento de
la economía, llevando al extremo los márgenes de corrupción y de especulación
propios de toda economía capitalista.
Esto es lo que está detrás de la “disparada” del dólar. No es que el
dólar se “valorice”. El problema es que el peso vale cada vez menos: la
política de ajuste inflacionario del gobierno kirchnerista ha destruido al peso
argentino. Por eso, desde el PTP y el PCR decimos que para acabar con la
inflación es necesario defender el valor del peso, con otra política.
No estamos contra los controles. Pero el problema es ¿para qué política?
Los controles son necesarios, y deben ser ejercidos por los trabajadores y el
pueblo, para desarrollar la producción nacional en su beneficio, defendiendo el
peso argentino, el salario, la inversión nacional y el federalismo, como
plantea la propuesta del PTP y el PCR.
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