ARGENTINA.
Un nuevo sector hegemónico en el bloque dominante
JULIO DE 2013
Se han producido cambios profundos
en el bloque dominante. Irrumpieron
o tomaron más fuerza grupos como las petroleras, el complejo sojero y las
mineras; y con un peso creciente de capitales chinos. Otros grupos fueron
desplazados o secundarizados, como los grandes ganaderos vacunos, algunos de
los grupos que se adueñaron de los servicios privatizados por el menemismo
(Aguas Argentinas expropiada al grupo Suez, el español Aguas de Barcelona y el
Banco Galicia; o Aerolíneas Argentinas expropiada al grupo español Marsans),
sectores de burguesía intermediaria tradicionales como Fortabat, y grupos
prorrusos como Clarín. Estos cambios produjeron la fractura del sector hegemónico del bloque dominante; y se abrió
paso un nuevo sector hegemónico de ese
bloque: la alianza del grupo K con monopolios imperialistas y sectores de
burguesía intermediaria y grandes terratenientes; alianza que le permitió
al kirchnerismo controlar lo fundamental del PJ y la CGT, derrotar a Duhalde en
el 2005, desplazar a Lavagna y otros ministros, y garantizar la continuidad de
su gobierno en las elecciones del 2007 y el 2011.
El kirchnerismo y sus aliados en el
sector hegemónico del bloque dominante lograron imponer su rumbo económico y controlan lo fundamental de las palancas
del poder del Estado. Sin embargo, no
han podido consolidar su hegemonía en ese bloque dominante. La crisis
mundial agudiza las contradicciones entre los imperialismos y entre los
monopolios, lo que se expresa en la Argentina por su condición de país dependiente,
en disputa entre diversos imperialismos.
Los grupos que integran ese bloque dominante, acuerdan principalmente
sobre “la gobernabilidad” y sobre descargar la crisis sobre los trabajadores y
el pueblo. A partir de ahí, disputan sobre cómo hacerlo, y por la hegemonía. No
solo hay disputa entre el sector hegemónico y los grupos rivales; sino también
entre los grupos aliados en el sector hegemónico de ese bloque, como se vio
cuando el kirchnerismo, con la 125, “cortó ancho” y golpeó también a terratenientes,
pooles y cerealeras; o cuando expropió a Repsol las acciones de YPF. Todo esto
se manifiesta no solo en las contradicciones entre el gobierno y las derechas
opositoras, sino también, de una manera indirecta, en las grietas del peronismo y la
fractura de la CGT.
El hecho principal por el que el kirchnerismo y sus aliados no han
podido consolidar su hegemonía en el bloque dominante, es su política de
descargar el ajuste, la inflación y la crisis sobre los trabajadores y el
pueblo que agudiza la contradicción
entre los de arriba y los de abajo.
El kirchnerismo impuso su “modelo”,
al que Néstor Kirchner llamaba “de tipo coreano” (por Corea del Sur), de
asociación del Estado con un puñado de grandes grupos de capital privado; es
decir, capitales “amigos”, muchos de ellos testaferros; y “alianzas
estratégicas” en primer lugar con China, luego con Europa y con Brasil.
El kirchnerismo llegó al gobierno
con un grupo económico propio y con
los aliados con los que gobernaba Santa Cruz: petroleras, mineras, pesqueras,
turismo, juego, terratenientes laneros, etc. Usó el gobierno nacional para
fortalecer su propio grupo y para nuevas alianzas con las que se produjo un
cambio en el sector hegemónico del bloque dominante.
El grupo K trabaja con testaferros y socios. Rudi Ulloa que “ascendió”
de cadete del estudio jurídico del matrimonio K a poderoso empresario. Lázaro
Báez también “ascendió” de cadete del Banco Nación de Santa Cruz a
controlar la constructora Gotti y otras, se convirtió en empresario petrolero con
áreas en Santa Cruz, y compró 182.000 hectáreas en las que se construirán
represas gigantescas. Gerardo Ferreyra fue compañero de cárcel del
“Chino” Zannini (secretario de la Presidencia con Néstor y con Cristina K).
Ferreyra es dueño de Electroingeniería, que de taller de fabricación de
productos eléctricos, de la mano de los Kirchner, se convirtió en una de las
principales constructoras de obras públicas (asociada a Iecsa, de Franco
Macri). También Enrique Eskenazi fue
testaferro y socio, hasta que Cristina K rompió los acuerdos con Repsol.
El grupo K formó un poderoso
multimedios con las compras de diarios, radios y televisoras por Gerardo
Ferreyra, Matías Garfunkel, Sergio Szpolski y Jorge Fernández (miembro de la
SIDE y “operador” K en la Justicia). Además, está asociado con Cristóbal López
en la compra del multimedios de Hadad (canal 5, radio 10, varias FM, etc.), y
con el grupo Vila-Manzano. Así, ha avanzado enormemente en el control de radios
y televisoras. “Futbol para todos” y ahora “TC para todos” son un gran medio
para la hegemonía cultural y política. En los últimos años, utilizando los
fondos del Estado para la contratación por la Presidencia de las agencias
de publicidad, el gobierno K desplazó en importancia a las empresas privadas.
El gobierno K ha expresado y expresa,
fundamentalmente, a los monopolios petroleros a los que hizo grandes
concesiones con la llamada “ley corta”, prorrogándole por décadas algunas
concesiones y otorgándoles otras; les otorgó concesiones en la plataforma
marítima (a Pan American y a la Total), y les permitió concentrar el ciclo,
desde la extracción hasta la venta (a Petrobras y a Oil M&S). Hasta fines
del 2011 el gobierno K fue cómplice del vaciamiento de YPF permitiendo que
Repsol no invirtiera en exploración, remesara a España por encima de sus
ganancias y, a cambio, se realizó la “asociación” con Eskenazi. Luego los gastos insostenibles por la crisis
energética llevaron a la ruptura con Repsol. Creció Pan American, a la que le
prorrogaron sus concesiones en Cerro Dragón y marítimas, con un capital
integrado 60% por la British Petroleum y 40% de Bridas. Bridas está integrada:
50% del grupo ruso Bulgheroni, y 50% de la china estatal Conooc (que ingresó en
Pan American durante el gobierno kirchnerista). El 30/8/2012, el gobierno K
aprobó la compra por Bridas de la destilería de Campana y 550 estaciones de
servicio de la Esso. Sinopec, petrolera china estatal, compró las 23 áreas de
la Occidental Petroleum (yanqui), en Santa Cruz, Chubut y Mendoza.
Otro sector representado por el
gobierno K es el de la megaminería, con monopolios como Barrick Gold,
Xtrata, Anglo Gold y otros ingleses, canadienses, australianos, suizos, yanquis
y chinos. A las megamineras Menem les concedió (y el gobierno K mantuvo), por
un tratado con Chile, 100 km
a cada lado de la frontera a lo largo de los 3 mil km de la Cordillera de los
Andes. Tienen aduanas y aeropuertos propios y nadie sabe lo que se llevan.
Pagan el 3% de regalías (y si exportan por puertos del sur pagan sólo el 1%) y
tienen reservas minerales gigantescas. Hay 400 proyectos de explotación de oro
que contaminarán todos los ríos y napas que se originan en la cordillera.
Cristina K vetó la ley de protección de glaciares, y sigue sin aprobar el mapa
de las zonas periglaciares, bloqueando la aplicación de otra ley aprobada. El
gobierno de Santa Cruz está asociado en Cerro Vanguardia con la Anglo Gold,
minera sudafricana de capitales ingleses, que exporta más de 150 millones de
dólares al año. Ahora los monopolios se abalanzan sobre el litio, mineral
estratégico cuyas principales reservas están en América del Sur, en Bolivia,
Chile y el noroeste argentino.
Un sector de los bancos apoya al kirchnerismo: el grupo Macro, Credicoop (que
sostiene a varios partidos que apoyan al gobierno), el grupo Eskenazi (hasta la
ruptura con Repsol), los bancos Barclays (inglés) y HSBC (chino-inglés) que
financian la exploración de petróleo en Malvinas, entre otros. Se ha
incorporado el Standard Bank, comprado por el mayor banco chino, el ICBC.
Desde hace años, Kirchner es apoyado
por los grandes terratenientes laneros: el monopolio italiano Benetton
(que tiene más de 900 mil hectáreas en la Argentina (la mayoría en la
Patagonia), los Menendez Behety, los Braun Menendez, entre otros.
Durante todo su gobierno los Kirchner
han trabajado con los monopolios exportadores de soja yanquis, europeos y chinos. Uno de los
mayores productores y exportadores de aceite de soja, Urquía, dueño de General
Deheza (con aduana y ferrocarril propios), ligado directamente en su momento a
la ex URSS, fue senador kirchnerista. El kirchnerismo participa en varios pooles
de soja, mediante la forma de fideicomisos. Estos permiten organizar grandes grupos inversores que
impiden competir a los pequeños grupos pueblerinos. Participa en campos de
cría de ganado a corral.
Otros monopolios beneficiados (algunos
asociados a los Kirchner) son los pesqueros. Está vivo todavía el
escándalo de los asesinatos vinculados a Conarpesa, una de las principales
financistas de las campañas electorales de Kirchner; empresa de la familia de
Jorge Antonio, vinculada también a negocios del petrolero Diego Ibáñez, de los
que aún se recuerda la exportación de cocaína en la “operación langostino”.
La fortuna de los Cirigliano nació de la mano de
Menem y dio un salto enorme por su amistad con los Kirchner: pasó de 2 a 20 líneas de micros
urbanos, 3 líneas de larga distancia y una empresa de carrocerías; se quedó con
los ferrocarriles Mitre y Sarmiento, sumó el Roca, el San Martín y Emfer. El gobierno
K les paga 1.500 millones por distribuir los decodificadores de TV. En sus
aviones viajaba el ex secretario de Transporte, Jaime. La Masacre de Once forzó
al gobierno a quitarle las concesiones ferroviarias, y lo forzó a permitir la
encarcelación de Cirigliano. Otros beneficiados por esta política son Romero y
el grupo Roggio.
Néstor Kirchner se proyectó y llegó a
la gobernación de Santa Cruz de la mano del dirigente sindical petrolero Diego
Ibánez (de estrecha relación con Jorge Antonio, Vicente Saadi y Duhalde), y con
Cristóbal López, el “especialista” en lavado de dinero del grupo. López
acumuló inversiones en el juego, medios de transporte y medios de comunicación,
y creó la petrolera Oil M&S que, de la mano de los Kirchner ganó áreas en
Santa Cruz, en otras provincias y en Brasil, y dio un salto enorme comprándole
a Petrobras la destilería de San Lorenzo y 160 estaciones de servicio. Así pasó
a tener todo el ciclo del petróleo. Es en uno de los “reyes del juego”, con
casinos en numerosas provincias, tragamonedas en el hipódromo de Palermo de la
Capital Federal (cuya concesión fue prorrogada por Néstor Kirchner hasta el año
2032), y el casino flotante del puerto de Buenos Aires.
También el gobierno K tiene una
estrecha relación con Madanes Quintanilla, familia que controla Aluar y FATE,
empresas que en su momento integraban la llamada “multinacional rusa” bajo el
mando de Gelbard y Madanes. Néstor Kirchner, le dio créditos a Aluar por más de
$ 600 millones, le construyó la línea de conexión Choele-Choel – Puerto Madryn
con la que Aluar pudo duplicar su producción de aluminio, y en el 2012 le
otorgó “créditos del Bicentenario” por $ 200 millones, al 9,9% anual, muy por
debajo de la inflación.
También está asociado, el grupo K, con
capitales que hasta el derrumbe de la URSS fueron testaferros o de burguesía
intermedia de capitales rusos, tales como Eurnequián, Elztein, Mindlin,
Bulgheroni, y otros. Algunos de estos grupos, como Franco Macri que hoy
representa al Estado chino, y otros como Werthein, aunque tienen ese origen,
hoy están muy ligados a los negocios con China. La alianza de Rusia con China y
los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es parte de la
política de Putin; y en la Argentina disputa por recuperar posiciones. En la
Rusia imperialista actual hay diversas fracciones que se expresan en nuestro
país. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que “los personajes representativos de las
diversas clases no son, ni mucho menos, inmutables”, como señaló Zhou Enlai
sintetizando la experiencia China.
Las
“alianzas estratégicas” y el avance del imperialismo chino
En las
condiciones de multipolaridad del mundo actual, y de desplazamiento del centro
de la producción capitalista de Occidente a Oriente, el gobierno kirchnerista
impulsa “alianzas estratégicas” que tienen como principal beneficiario al
imperialismo chino; también a grupos europeos y otros de diverso origen
radicados en Brasil.
Para el desarrollo de su fuerza
propia y el fortalecimiento de alianzas que garantizaran un nuevo sector
hegemónico en el bloque dominante, fue clave la política kirchnerista de privilegiar la “alianza estratégica con
China”, desplazando a la política de la dictadura de Videla y Viola, y la
de Alfonsín, que tuvieron como eje la relación con Rusia (y países europeos
como España e Italia); la de Menem (de subordinación estratégica a los yanquis
y diversificación de la dependencia); y la “hendija” que se abrió con De la Rúa
y se profundizó con Duhalde, con la que volvió a pesar la relación con Rusia y
algunos países europeos.
El
imperialismo chino avanza en su penetración en toda América Latina, y sus
inversiones, en muchos casos de grupos estatales como las petroleras, operan
como factores internos en nuestros países.
Capitales chinos estatales y privados
se han adueñado de numerosas empresas y latifundios. Noble es una de las
grandes en las exportaciones agropecuarias. Compraron por monedas de la
principal mina de hierro argentina, Sierra Grande. Les han facilitado fuertes
inversiones portuarias (puertos de Timbúes en Santa Fe, de Lima en Zárate y la
Terminal 5 de Buenos Aires) y ferroviarias (Ferrocarril Belgrano Cargas
asociado con Franco Macri y, en minoría, con Moyano) para asegurar la salida de
la producción sojera. Compraron el Banco Standard; y el HSBC, banco
chino–inglés, es uno de los más importantes del país. Grupos chinos han
organizado una red de supermercados en 23 provincias. También compraron grandes
extensiones de tierra (negocian 230.000 hectáreas
en Río Negro, y otra extensión en Buenos Aires). El imperialismo chino fue, según
declaró Alejandro Bulgheroni: “el mayor inversor directo en la Argentina” en el
2010.
Los chinos se han asociado a un
sector de burguesía intermediaria, como el grupo Werthein (Kirchner intercedió
a su favor para facilitarle la compra de Telecom) y Franco Macri (al que
Kirchner le otorgó la concesión del Ferrocarril Belgrano Cargas). A lo que se
han sumado, en los últimos años, la penetración de Cnooc, Sinopec y TLC en el
petróleo, numerosas inversiones en minería con China Gold, San Pe Hopefull,
Shangdon Group, etc., fabricación de urea en Tierra del Fuego (asociados a
Roggio), etc.
La exportación de aceites y
derivados de soja a China facilita la alianza con el núcleo principal de los
terratenientes, grandes pooles, las aceiteras, las cerealeras, y los monopolios
vinculados a ese cultivo. No es por su afinidad a la “rosca” sojera que el
kirchnerismo se acerca a China, sino que, por su “alianza estratégica” con
China es que se acerca a esa “rosca”. Por eso, cuando China cerró la
importación de aceite argentino, Cristina K declaró que su viaje a Pekín era
para discutir inversiones chinas y no el comercio, y firmó el acuerdo para el
ferrocarril Belgrano Cargas por 9.000 millones de dólares.
El grupo Kirchner tiene una estrecha
relación con Franco Macri, en la asociación del Electroingeniería con Socma en
las obras públicas, y en los negocios con China, país del que Macri es
consejero para negocios en Sudamérica, como los que firmó Cristina Kirchner en
su viaje a Pekín (Belgrano Cargas, subterráneo en Córdoba, etc.).
La “alianza estratégica”
privilegiada con China es fundamental al analizar las relaciones del gobierno K
con otros imperialismos dominantes, con muchos de los cuales forcejea, pero
nunca desde el antiimperialismo, sino desde su “modelo” dependiente y
latifundista. Mucho de la complejidad de la política K tiene que ver
con esta particularidad.
El segundo eje de “alianzas
estratégicas” del kirchnerismo es Europa. Luego de un largo período de romance
con los capitales españoles durante el gobierno socialista de Zapatero,
recibieron un duro golpe con la expropiación del 51% de las acciones de
YPF, aunque conservan fuertes
inversiones: Telefónica, bancos Santander Rio y BBVA Francés, Edesur, etc. Los
grupos ingleses tienen el 60% de la segunda petrolera, Pan American y la Shell;
mineras como la Anglo Gold (y vínculos estrechos con las megamineras
canadienses, australianas y suizas, al igual que los yanquis). Los grupos
franceses tienen inversiones en petróleo: Total; automotrices: Renault y
Peugeot; alimentación: Danone: comercio: Carrefour, etc. Los alemanes tienen en
el automotor: Volkswagen y Mercedes Benz; tecnología: Siemens. Los italianos
tienen en el acero: Techint; automotores: Fiat. Los belgas tienen la cervecería
Quilmes.
El tercer eje de “alianzas
estratégicas” es con Brasil, que se ha convertido en el principal socio
comercial de la Argentina, y opera como plataforma de capitales imperialistas
de distintos países, además de los de su propia burguesía. Tienen la tercera
petrolera, Petrobras, compraron varios frigoríficos, y sus constructoras como
Oderbrech y Camargo Correa se asociación con las vinculadas al kirchnerismo en
numerosas obras públicas.
Los grupos rusos han retrocedido,
algunos están aliados al gobierno kirchnerista y otros en la oposición, y hay
que ver los cambios ocurridos en empresas que en su momento integraron la
llamada multinacional rusa, o tuvieron relaciones con ella: Bridas, Telecom
(grupo Werthein), ALUAR, grupo Eurnekián, Clarín, Aceitera General Deheza, los
grupos de Elstain y Mindlin, etc.
Los yanquis siguen teniendo fuertes
inversiones en el complejo sojero con la mayor cerealera, Cargill, y con
Monsanto; en petróleo con Chevron y Conoco Philips; las automotrices GM y Ford
y la de máquinas agrícolas John Deere; químicas como la Dow; en la alimentación
como Kraft y el ingenio Tabacal; en comercio con Wall Mart; y bancos como el
Citi.
Las movilizaciones masivas
convocadas por la Asamblea Popular del Chaco, con más de 30 organizaciones,
contra la instalación de una Base construida con el aporte del Comando Sur de
las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, encubierta con pretextos humanitarios,
hicieron retroceder al gobierno. El inicio de este acuerdo internacional lo
había firmado el ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández en épocas de Néstor
Kirchner, y el gobernador Capitanich instrumentó la construcción de la primera
parte. El gobierno de Capitanich se vio obligado a presentar una ley de Defensa
Civil que impediría toda injerencia extranjera en el abordaje de “emergencias y
catástrofes”, al mismo tiempo que no hizo públicos los acuerdos ni se resolvió
la caída de los mismos.
La Base, próxima a la Triple
Frontera, está instalada en el aeropuerto de Resistencia, abriendo las puertas
a diferentes niveles de penetración, según definen la peligrosidad del “enemigo
común”, sean “catástrofes naturales” o “el terrorismo y el narcotráfico”. La
Base lesiona la soberanía nacional y amenaza a Paraguay y Brasil, y es parte
del avance silencioso de desembarcos “humanitarios” que los yanquis vienen
desarrollando en América Latina.
A veces y en algunas cuestiones, el
gobierno K forcejea con los yanquis, y otras veces negocia y acuerda con ellos.
Se enfrentó con Bush contra el ALCA, en Mar del Plata, y cuando la CIA destapó
el asunto de la valija de Antonini Wilson con fondos para su campaña
presidencial. Luego Cristina Kirchner “coqueteó” con Obama, y lo enfrentó con
el secuestro del avión con tropas de entrenamiento a la Policía Federal, a raíz
de lo cual rompió esos acuerdos de “entrenamiento” policial; y un año después,
en el 25012, volvió a recibir a militares yanquis “especialistas” en “defensa y
seguridad”, con los que abrió la negociación de nuevos “cursos”. Este rasgo
tiene importancia en lo económico y en lo político, en un país cuyo pueblo es
profundamente antiyanqui y con fuertes corrientes antiimperialistas. Al mismo
tiempo, acuerda con los yanquis imponiendo la ley “antiterrorista”, y juega con
Estados Unidos en la cuestión “antiterrorista” (donde tiene un papel clave en
la condena a Irán). Ayudó con préstamos a la GM (cuando la casa matriz estaba
quebrada) y a la Ford. Y acaba de conceder a Monsanto, por primera vez, derecho
a patente por la nueva semillas de soja.
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