JORGE ROCHA
EXTRACTOS SOBRE EL CAPITALISMO DEPENDIENTE
Extractamos parte de la intervención de Jorge Rocha,
en representación del PCR, en el 3º Seminario Internacional realizado en Quito,
Ecuador, el 19 de julio de 1999, sobre “Problemas de la revolución en América
Latina”.
“Nosotros, desde la preocupación
referida y con reparos –como se observa en los documentos del Primer Congreso
de diciembre de 1969–, adoptamos la teoría del capitalismo dependiente. Pero el
Tercer Congreso de 1974 analizó que la caracterización de capitalismo
dependiente secundariza la división que hizo Lenin entre países opresores y
países oprimidos que, como decía él, es la división fundamental del mundo
actual, independientemente de que los países oprimidos por el imperialismo
tengan relaciones sociales predominantemente feudales, semifeudales o
capitalistas. Confundiendo así los partidarios de dicha teoría las categorías
de modo de producción, formación económico social –en la que coexisten varios
modos de producción, siendo uno el predominante– y sistema imperialista
mundial, en el que existen países opresores y países oprimidos.
El Tercer Congreso de nuestro partido,
en 1974, analizó que los teóricos del capitalismo dependiente revisaban la
teoría leninista del imperialismo. Al señalar que la dependencia –que es el
carácter esencial de los países oprimidos–, es sólo un rasgo. Esto venía en la
Argentina de la mano de las teorías filosóficas de Luis Althusser, de moda en
aquel entonces, que planteaba que si bien podía haber una contradicción
principal, había una sobredeterminación de la contradicción en los procesos
revolucionarios. De allí que los defensores de la teoría del capitalismo
dependiente señalaban que la dependencia es un rasgo más, que lo fundamental es
el carácter capitalista y que la contradicción burguesía–proletariado era la que
se tensaba cada vez que se agudizaba la lucha de clases en la Argentina. Por lo
tanto, el elemento desencadenante, como diría Althusser, la contradicción que
sobredeterminaba a la contradicción principal, era la contradicción
proletariado–burguesía.
Este primer problema llevaba aparejada
una segunda conclusión: que la burguesía nacional en bloque formaba parte del
enemigo. Por eso ellos golpeaban a la burguesía en bloque, considerando
perimida la concepción leninista, posteriormente desarrollada a fondo por Mao
Tsetung. Concepción que diferencia a la burguesía intermediaria –es decir la
subordinada al imperialismo– de la burguesía nacional, que es aquella en la que
predominan las contradicciones con el imperialismo, y en cuyo seno un sector
enfrenta al imperialismo.
Claro que la burguesía nacional tampoco
participa en bloque en el frente de fuerzas revolucionarias. Porque como
enseñaron Lenin y Mao Tsetung, basándose en la práctica revolucionaria de este
siglo, ella puede jugar un papel importante en aquellos países en los que se ha
producido su escisión de la burguesía intermediaria, y al mismo tiempo el
carácter político de la burguesía nacional es dual. Hay momentos en que
predomina su aspecto contradictorio con el imperialismo, pero aún entonces esto
es a medias, se detiene a mitad de camino, y siempre en determinado momento,
como clase, va a traicionar marchando hacia la contrarrevolución. De modo que
siempre hay que ver qué predomina, su aspecto antiimperialista o su aspecto
conciliador con el imperialismo, dependiendo esto de circunstancias políticas
concretas.
Es decir que la segunda consecuencia de
la teoría del capitalismo dependiente es el golpe a la burguesía nacional en
bloque junto a la burguesía intermediaria proimperialista. De allí que esta
teoría sea hoy el basamento de las políticas alternativistas en la Argentina.
Los teóricos del capitalismo
dependiente no consideran, como nosotros, que puede ganarse a un sector de la
burguesía nacional para tratar de neutralizarla en bloque, como clase. La política
nos ha enseñado que hay un sector de la burguesía nacional que inexorablemente
se une a los enemigos del pueblo, otro que se va a oponer a los mismos, y hay
otro sector muy grande que puede y debe ser neutralizado en esta etapa de la
revolución,
Por lo tanto, al decir que tomada en
bloque la burguesía nacional debe ser neutralizada, le estamos dando un trato
diferenciado del que hay que darle a la burguesía intermediaria, como
componente son simples agentes, testaferros o intermediarios de los monopolios
imperialistas, sean estos yanquis, rusos, ingleses, alemanes, franceses,
italianos, etcétera. Planteando como política para ello aislar al sector
reaccionario, ganar a un sector y neutralizar a la mayoría.
En tercer lugar –y esto es importante
desde el punto de vista teórico político general–, la teoría del capitalismo
dependiente va a una revisión del proceso histórico concreto de los países
latinoamericanos y al desarrollo de tesis trotskistas. Partiendo de esto se
llega a la negación total de resabios precapitalistas en el campo. Lo que
constituye un error de magnitud que es fuente de serios errores de línea en
relación a un problema crucial de nuestra revolución cual es el problema
campesino.
Desde ya que aquí no nos estamos
refiriendo a si la burguesía nacional puede o no dirigir el proceso
revolucionario en nuestro país, porque está demostrado que es impotente para
eso. Se analiza el carácter de la revolución y las posibilidades de que un
sector de esa burguesía nacional sea parte del proceso revolucionario en
circunstancias determinadas. Nosotros planteamos como línea del partido la
neutralización de la burguesía nacional, no la hacemos parte de las fuerzas
motrices de la revolución, como hemos referido. Así como tampoco consideramos
que la contradicción principal actual sea proletariado–burguesía ni que el tipo
de revolución sea socialista desde el inicio. Puesto que la Argentina es un
país dependiente donde las tareas de emancipación nacional están vigentes y las
tareas antiimperialistas y democráticas, sobre todo en su fase agraria, todavía
no han sido resueltas o llevadas a fondo.
Por otro parte, en un país como la
Argentina, que desde el siglo pasado y a lo largo de todo el siglo XX siempre
estuvo en disputa entre distintos imperialismos como el inglés, el francés, el
alemán, el yanqui, el italiano y otros, y después el ruso, tiene mucha
importancia la diferenciación –en el seno de la propia burguesía intermediaria–
de los sectores subordinados a las distintas fuerzas imperialistas. Esto permite
desarrollar la política de aprovechar sus contradicciones y la de neutralizar a
determinados sectores en determinado período.
Así lo aprendimos cuando los sectores
prosoviéticos, hegemónicos en la dictadura de Videla–Viola, pusieron proa a la
guerra con Chile. En ese momento, la actitud de sectores imperialistas y
europeos, de la iglesia católica, e incluso de los propios yanquis, posibilitó
aislar al sector belicista, impedir la guerra con Chile y abrir el proceso del
fin de la dictadura. Fue allí que comenzó el principio del fin de la dictadura.
Y esta diferenciación en la propia burguesía intermediaria resultó de gran
importancia.
Así fue durante la guerra de Malvinas.
Fue diferente la posición de los sectores prosoviéticos de las de los
proyanquis y de los proingleses. Ante el conflicto con Gran Bretaña, los
sectores prosoviéticos dentro del país tuvieron una actitud de aparente apoyo,
al menos verbal, y objetivamente se golpeó junto con ellos, en determinados
momentos, al imperialismo inglés y yanqui.
También sucedió esto en el terreno de
los derechos humanos. El gobierno de Carter tuvo una política concreta de
denuncia de las violaciones de los derechos humanos en la Argentina. Inclusive
organizaciones cercanas al Departamento de Estado yanqui intervinieron para
salvar la vida de una cantidad de presos políticos argentinos mientras que la
Unión Soviética y países subordinados a la URSS se negaban a condenar a la
Argentina por sus violaciones a los derechos humanos. Como aconteció en
diversas votaciones en la ONU.
Es decir que, de acuerdo al momento
político concreto, es posible aprovechar sus contradicciones, golpear juntos o
neutralizar a sectores de burguesía intermediaria de los imperialismos que no
son los hegemónicos. Desde ya que la política de apoyarse en un imperialismo
para combatir al otro está demostrado que lleva al desastre, que es una
política revisionista y ajena al marxismo–leninismo. En la Argentina esto ha
sido comprobado históricamente. Pero esto no quiere decir que no se puedan
aprovechar las contradicciones interimperialistas por parte del proletariado
para avanzar en su camino revolucionario.”
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