Un drama que afecta a miles de pibes
Sobre la
despenalización de la droga
escribe Gerardo Cambio
23/08/2012
Mucho se viene
discutiendo sobre la despenalización del consumo de droga a partir de una serie
de proyectos de ley de distintos diputados y del impulso que sectores del
gobierno kirchnerista le dieron al tema.
Lo primero que habría
que definir para discutir este tema
es qué posición se tiene ante las drogas. Los comunistas revolucionarios
pensamos que tanto la droga como el alcohol hacen estragos entre los jóvenes.
Históricamente las clases dominantes los han utilizado para desviar y dividir la
lucha juvenil, para que no nos rebelemos frente a las injusticias que vivimos.
Por esta razón la Juventud Comunista Revolucionaria está en contra de
la droga.
En todos estos años los
sufrimientos de los jóvenes se han agravado con política kirchnerista. Para
muestra basta un botón dice el dicho, en el tema educativo un reciente informe
de la Unesco asegura que sólo 31 de cada 100 chicos que empiezan la primaria
terminan el secundario, por esa y otras razones ya son 993.000 los jóvenes de 14 a 25 años que no estudian
ni trabajan.
Mientras el gobierno y
el conjunto de las clases dominantes tienen esta política de exclusión y
explotación de la juventud, al mismo tiempo fomentan la vida “fácil”, el
individualismo, la falta de solidaridad, y la “cultura del reviente”,
naturalizan el alcohol y la droga como parte de nuestra vida cotidiana y como
factores necesarios para la diversión o para poder soportar la vida que
tenemos.
El gobierno K y la
droga
Los K en estos casi diez
años de gobierno han profundizado la dependencia del imperialismo y el
latifundio en nuestro país, pero también, han transformado a la Argentina de un país de
tránsito a un país de consumo de droga.
La masificación del paco
–que se elabora con los desecho de la cocaína– muestra que se han instalado una
importante cantidad de “cocinas” donde se fabrica y procesa la droga. Han dado
vía libre a la importación de efedrina –se utiliza para la fabricación de
cocaína–, que ha ingresado a nuestro país en cantidades siderales.
En todos estos años han
salido a la luz una serie de hechos que vinculan al gobierno con el
narcotráfico. Se conoció que durante el gobierno de Néstor Kirchner existió una
línea área que hacía la ruta Tacna (Perú)–Córdoba(Argentina)– Madrid (España)
con una inusual frecuencia. La empresa Southern Winds era una pantalla a través
de la cual llevaban droga a España. El triple crimen donde fue asesinado Forza
junto a dos de sus compañeros, hizo emerger que estos “empresarios
farmacéuticos” ligados al tráfico de efedrina fueron financistas de la campaña
electoral de Cristina Kirchner. Vale recordar que la empresa Conarpesa,
implicada en uno de los mayores allanamientos de droga de nuestro país
(operativo langostino), había sido financista de la campaña de Néstor Kirchner
en 2003. También el gobierno tomó medidas que beneficiaron de hecho a los
narcotraficantes, como el blanqueo de capitales que les permitió declarar
millones de pesos sin que nadie les preguntara acerca de los orígenes de esos
fondos.
¿Quiere el gobierno
combatir la droga y a los narcos despenalizando?
Estamos en contra de la
actual Ley 23.737 (Ley de estupefacientes) porque no toma a la droga como una
enfermedad social sino como un delito. La ley mezcla el consumo con la
comercialización y pone como solución primordial para el consumo la represión.
Somos claros: estamos
en contra de que se penalice a cualquiera –y particularmente a cualquier joven–
que consuma, porque
la droga es una enfermedad social. Pero no acordamos con los proyectos de ley
que están circulando. Porque en primer lugar nos quieren llevar a un debate falso. Si quisieran resolver el problema de
los jóvenes con adicciones, ¿por qué no toman medidas inmediatas? ¿Por qué no
aumentan el presupuesto del Sedronar para crear más centros de recuperación? En
lugar de eso se concentran en discutir el gramaje, es decir la cantidad de
droga con la que una persona puede circular y que determinaría si es para uso
personal o para vender. Hecho que hace pensar que va aumentar el tráfico en
pequeñas cantidades, miles de pequeños vendedores podrían circular libremente.
¿No será entonces que pretenden masificar aún más el consumo? Mientras
las políticas dominantes como la del kirchnerismo sea favorecer el narcotráfico
y el fomento de la droga en la juventud, la despenalización lisa y llana no va
a mejorar el problema de los jóvenes sino que va a beneficiar a los
narcotraficantes. Se
necesitan leyes integrales que tomen a la droga como una enfermedad social y
que contemplen medidas, sanitarias, educativas y sociales para poder darles una
salida a esos pibes. No leyes que partan del “derecho” y la “libertad” que
tienen los individuos para drogarse tranquilos. Y se necesita combatir
verdaderamente al narcotráfico.
Por otro lado, es falso
el argumento de que con la despenalización no van a encanar más a los pibes. En
primer lugar porque el narcotráfico está íntimamente ligado a la corrupción
policial. Y porque además en este país te encanan y te cagan a palos por
portación de cara, por ser pobre o por ser joven. Y eso no va a cambiar
mientras este Estado podrido siga en pie.
De fondo el
problema más grave es que este tipo de leyes van en camino a la legalización de
la droga.
La legalización: ¿A
quién le conviene?
Hay muchos sectores
progresistas, e incluso de izquierda, que plantean la legalización de la droga.
Algunos son más cuidadosos y sólo hablan de la marihuana fomentando la teoría
de drogas blandas y drogas duras. Un mito hecho a la medida del fomento del
consumo de marihuana, principal puerta de entrada de los jóvenes a otras
drogas.
Pero no sólo en
organizaciones políticas, sino también estas ideas han enraizado en muchos
jóvenes. Se escuchan argumentos tales como: “Si se legaliza no va a haber
bandas que la controlen, por lo que los narcos perderían su negocio”, “van a
tener que pagar impuestos que hoy evaden ganando millones”, “el Estado va a
poder controlar”, “cada uno va a poder plantar libremente y no habrá más
negocio”, entre otros.
Pero en un mundo donde
domina la concentración monopólica, y donde los países son controlados por unos
pocos monopolios imperialistas y grandes terratenientes ¿Por qué va a ser
diferente en el terreno de la droga? Así es hoy la realidad en otros rubros:
¿Cuántos laboratorios extranjeros controlan los psicofármacos? ¿Cuántos
controlan el tabaco libre? Tomemos el caso del juego –que antes era ilegal–,
después de su legalización ¿se masificó o disminuyó? Su legalización trajo más
jugadores, y sus ganancias hoy son mayores a las de antes. ¿Por qué va a ser
distinto con la droga?
Por otro lado, pedirle a
este Estado que controle es como pedirle al lobo que cuide las ovejas. Son
precisamente sectores de las instituciones del Estado como la policía y
gendarmería, el poder judicial y político en los más altos cargos de donde se
promueve, se trafica y se hacen los más grandes negociados con la droga.
La libertad…
Otro gran debate es el
de la llamada “libertad” individual. Muchos dicen, y es la base ideológica de
los proyectos legislativos: “Yo soy libre de drogarme mientras no moleste al
otro”. El problema de ese razonamiento es que no parte de la realidad de un
país con las desigualdades sociales que tenemos.
Es difícil, por no decir
imposible, hablar de libertad en esta Argentina oprimida y dependiente. Vale
preguntarse entonces ¿Cuál es la libertad de un joven trabajador
superexplotado? ¿Cuál la de un desocupado? ¿Y la de un joven campesino u
originario sin tierra que vive el desarraigo en las villas miseria de las
ciudades? ¿Cuál es la libertad de las masas populares explotadas en nuestro
país? ¿La de poder emborracharse y drogarse cuando quieran? Pero sobre todo,
¿De qué libertad se puede hablar para un pibe que está metido en la droga?,
¿Qué libertad puede tener ese joven que es esclavo de la adicción que generan las
drogas? No podemos hablar de verdadera libertad para los oprimidos en esta
sociedad, con este sistema.
Hay que luchar para
que se tomen medidas contra la droga
El problema de la droga
es grave, es uno de los principales –sino el principal– problemas de la
juventud argentina. Por eso es imprescindible luchar para exigir que se tomen
medidas laborales, sociales, jurídicas, sanitarias y educativas para sacar a
los pibes de la droga. Exigir que se aumente considerablemente el presupuesto
del Sedronar, para que se creen centenares de centros de atención gratuitos en
todo el país para los jóvenes que quieran recuperarse, junto a otra serie de
medidas. Pero al mismo tiempo hay que enfrentar a los narcotraficantes, y
exigir que se los castigue.
No hay que dejarse
engañar con medidas supuestamente “progresistas” que esconden en realidad una
política profundamente reaccionaria que busca transformar a nuestro país en un
fumadero de paco. El problema principal es que la droga y el alcohol se
desarrollan entre las masas populares como uno de los instrumentos eficaces
para su adormecimiento, como herramienta que facilita la profundización de la
opresión. Tenemos que seguir luchando para terminar con esa lacra del sistema
que es la droga. El camino para hacerlo es el camino de la lucha, el camino
revolucionario.
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