Jueves 13 de septiembre en
Plaza de Mayo
El día
que volvieron las cacerolas
escribe
Germán Vidal
¿Qué expresan las masivas movilizaciones de caceroleros del jueves 13?
Esta pregunta desvela a la presidenta y su gobierno, y a sus opositores dentro
de las clases dominantes.
Para algunos que estábamos en la calle cuando empezó la marcha, como le
pasó a este cronista en el centro porteño, lo primero fue la sorpresa por la
cantidad de gente. Luego, con la experiencia de los últimos años (2001,
Blumberg, 2008), intentar averiguar los motivos de la protesta.
Aquí no hay una respuesta única, es más una sumatoria de motivos y
broncas, que un detonante como fue el corralito o el estado de sitio en el
2001, o la 125 durante la rebelión agraria. “No a la re reelección”, “Basta de
dictadura K”, “No a la inseguridad”, eran algunos de los carteles y cartelitos
más vistos, junto a mucha creatividad para referirse al azote de la inflación,
y cantidad de banderas argentinas.
Entre los cantitos de “Si este no es el pueblo, el pueblo donde está”,
“Es para Cristina que lo mira por TV”, “seguridad”, y “libertad”, se volvió a
escuchar el tan temido por los poderosos “Que se vayan todos”. Lo expresó con
“honestidad brutal” el gobernador de Misiones, Maurice Closs: “Si nos vamos
todos, ¿quién se va a quedar? ¿quién se va a sentar a gobernar?”.
Cacerolas, sartenes, latas, cajas, cualquier cosa que hiciera ruido
servía. Palmas batiendo era el instrumento mayoritario. Alguna “Cristina”
coronada, se mezclaba con los billetes de “6 pesos” con la cara de Moreno,
denunciando que con esa plata no se come.
Se veían principalmente “capas medias”, ese difuso calificativo que
abarca desde una señora paqueta de Barrio Norte a un pequeño comerciante o
profesional, pasando por jóvenes estudiantes y oficinistas. Todo esto marchó
hacia la plaza, y se concentró en muchas esquinas porteñas.
¿Había sectores “destituyentes”? Había. ¿Era lo único, o la mayoría?
Claramente no. La marcha del jueves 13, al menos en la Plaza de Mayo, tuvo
mucho olor a 2001, cuando esas “capas medias” también ganaron las calles, y
expresa el descontento de grandes sectores con la política de este gobierno.
Tiene razón el amigo que escribió en un correo que “Las aguas bajan
turbias, porque la correntada arrastra de todo”. Para nosotros, comunistas
revolucionarios, el tema es cómo nos metemos en esas aguas turbias con
propuestas que permitan que muchos de los que marcharon el jueves 13 al son de
las cacerolas, confluyan en el paro nacional que se está gestando para el 11 de
octubre, para sumar en esa unidad multisectorial que, con un programa
patriótico, democrático y popular, le tuerza el brazo a la política de hambre,
entrega y represión del kirchnerismo.
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