miércoles, 20 de marzo de 2013

Cristina y la diabetes - Autor: Pablo Sartaccio


Salud popular o negocios

Cristina y la diabetes

Autor: Pablo Sartaccio

La presidenta, tras aludir a las investigaciones que está llevando a cabo el Estado, aseguró que un laboratorio argentino está trabajando para producir a escala un tubérculo que se utiliza en el tratamiento de la diabetes. Subrayando las posibilidades económicas del proyecto, aseguró que “hay 80 millones de diabéticos en el mundo” y que se trata de una “enfermedad de gente de alto poder adquisitivo porque son sedentarios y comen mucho”.
La frase causó gran revuelo en el conjunto del pueblo. Pero en los cinco millones de diabéticos que existen en nuestro país, como así también en las personas vinculadas a la atención de la salud, llegó a tocar las fibras más íntimas.
En Argentina mueren trescientas mil personas por año. De ese total, doscientas mil son producto de enfermedades como la diabetes, hipertensión, afecciones cardiovasculares, entre otras. Al mismo tiempo, y contraponiéndose a la opinión de CFK, el 80% de las muertes que se producen en el mundo por estas enfermedades, se dan en países de medios y bajos ingresos.
Es cierto que la mayoría de las veces la diabetes se expresa en personas con sobrepeso. Pero esto no necesariamente es signo de “buen comer”. Comprar pan, torta frita o bizcochos, es mucho más barato, engorda más y es menos sano que comer carne, pescado, frutas, verduras y los alimentos consumidos por los sectores de más alto poder adquisitivo. Es difícil que un jubilado pueda evitar tener diabetes si su haber no alcanza el 82% móvil; lo mismo sucede con los trabajadores precarizados que no cubren la canasta básica, ni hablar de un desocupado.
Tanto la diabetes como las otras enfermedades referidas están estrechamente relacionadas con la mala alimentación, la falta de ejercicio físico y el stress. Como pasa con la mayoría de los problemas de salud en Argentina, éstos estallan y son sufridos por el pueblo una vez instalados.
Hay una orientación clara en las prioridades del gobierno. Mientras se paga religiosamente la deuda externa no se destinan fondos suficientes para la salud. El gasto nacional de salud representa el 10% del PBI, y lo invertido en el rubro por el gobierno nacional y los gobiernos provinciales y locales no supera el 4%; esto significa que el 6% restante sale directamente de los bolsillos populares.
Como se ve, detrás de declaraciones polémicas como la de la diabetes, se esconden políticas orientadas a hacer negocios con los grupos económicos amigos y ocultar que el ajuste también llega a la salud.
En sanidad, ésta no es una “década ganada”.

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